FORJA: una epistemología para la
Argentina semicolonial. Por Juan Godoy[1]
Introducción
La Fuerza de Orientación Radical de
la Joven Argentina (FORJA), surge a mediados de la denominada por José Luis Torres como Década infame, donde reina el
fraude electoral, la entrega de la nación al imperialismo británico, el saqueo,
la expoliación, la pobreza y la indigencia. Es el año 1935, ese mismo año en
que Torres considera “año fatídico que
marca el punto más alto en la parábola de la desvergüenza política. En virtud
de esas sanciones, el régimen federativo de la constitución quedó convertido en
un mito, y nuestra Nación, a pesar de su soberanía –tan simbólica como el himno
y el escudo- quedó sometida en el orden económico a regímenes coloniales (…).
En todos los países coloniales se sancionaron los mismos objetivos, leyes
idénticas a las que entonces encontraron sanción en la República”. [1] No obstante, es de destacar que esas entregas en nuestra nación
no fueron producto de la ocupación territorial, sino que hubo una fuerte
cooperación de la oligarquía local, aliada al imperialismo, son los que el
mismo autor denomina como “perduellis”, ya que en la antigua Roma “se llamaba perduellis al enemigo interno de la patria, y hostis al
enemigo exterior”.[2]
El perduellio era el crimen contra la patria. Pero, como decíamos en ese
mismo año, un 29 de junio, en un sótano de la Calle Corrientes (luego pasarán a
un sótano de la calle Lavalle), nacerá FORJA, para denunciar esta entrega de la
que solo se benefician la oligarquía y el imperialismo.
Realiza FORJA una
denuncia en dos planos: el interno y el externo. En relación al primero
denuncia a los diferente gobiernos de la década infame, y el accionar de la oligarquía
en la entrega al imperialismo y a los grupos de poder locales; y en el externo
hace lo propio con el accionar del imperialismo, constituyendo, según el
abordaje de Juan José Hernández Arregui la primera denuncia profunda y
sistemática de la injerencia del imperialismo en la vida nacional[3], y el saqueo de las
empresas transnacionales.
Es en esa lucha donde FORJA desarrolla un conjunto de herramientas
analíticas y de acción política, las cuales consideramos que constituyen un
corpus teórico para el análisis de su época, pero y sobre todo de ahí el
interés en revisarlas, para el análisis de la actualidad de los países
latinoamericanos en general, y de la Argentina en particular. Rompen
los forjistas con la dicotomía
civilización-barbarie, donde lo civilizado es lo europeo (y/o
norteamericano), y lo bárbaro es lo nativo, lo local, lo que nos define como
comunidad autónoma nuestroamericana. FORJA procura enfrentar los problemas
argentinos con criterio argentino. Entendiendo que dicho criterio se relaciona
con la perspectiva y defensa de los oprimidos.
Esas ideas son profundamente nacionales y originales, encontramos la
noción de posición nacional-latinoamericana, rompen con el “anti-militarismo
abstracto”, pregonan la unidad latinoamericana, la idea de semi-colonia, la
colonización pedagógica, el neutralismo, una visión geopolítica autónoma, etc. En
fin, el forjismo hace un llamado a pensarnos desde categorías nacionales, según
nuestras necesidades, avanza en la denuncia de la década infame y nos lega un conjunto
de ideas para la construcción de una epistemología
de la periferia. Una carencia de nuestro continente, no obstante los
aportes realizados por diferentes pensadores latinoamericanos y nacionales, por
lo que FORJA denuncia que “América no
tiene voz genérica porque lo que asume esa representación es una impostura de
que se valió lo europeo”.[4] Y
es por ello que la agrupación va a pretender “dirigir el pensamiento nacional hacia los hechos concretos y sus
implicancias económicas sociales y culturales propias, para tratar de
contribuir a la elaboración de un pensamiento propio”[5].
La construcción de una
epistemología de la periferia
Partimos de la
noción que Argentina es un país semi-colonial, una nación inconclusa, a decir
de Jorge Abelardo Ramos: “somos
un país porque no pudimos integrar una nación, y fuimos argentinos porque
fracasamos en ser americanos, aquí se encierra todo nuestro drama y la clave de
la revolución que vendrá”.[6]
Nuestra
óptica es entonces la de la Patria Grande como proyecto y horizonte, y de los
sectores desposeídos. Y es en estos países donde la revalorización de lo
propio, de la cultura nacional adquiere suma relevancia. En palabras de Rodolfo
Kusch, “la base de nuestra razón de ser
está en el subsuelo social (…) el pensamiento popular, y no culto, es en gran
medida fundante, por cuanto posiblemente contiene las líneas generales del
pensar humano en su totalidad”[7].
Pero… ¿A qué nos referimos cuando hablamos de una epistemología de
la periferia? Apuntamos a una construcción de conocimiento que rompa con el
cientificismo, y con la dicotomía civilización y barbarie fruto de la
colonización pedagógica, al cual se suma que “el
gobernar es poblar de Alberdi corrió en paralelo al educar al soberano de
Sarmiento. Ambas síntesis complementáronse admirablemente: poblar fue despoblar
de criollos y repoblar de europeos: educar, ascender a virtudes las modalidades
foráneas y bajar a vicios las autóctonas”[8]. Y
es por ello que Hernández Arregui nos dice que: “el colonizado deviene extranjero en sus maneras de sentir y pensar, y
de este modo, aunque vive en el país, permanece extraño a su realidad profunda
(y en nuestros países) “toda lucha por la
liberación contiene en su seno la emancipación cultural (…) la existencia de una cultura nacional de liberación,
sólo puede concebirse como militancia política (así) la cultura de la liberación apunta a la construcción de la Patria
Grande”[9].
A
lo que apuntamos es a un pensamiento que construya a partir de la propia realidad, y que no
copie acríticamente esquemas, modelos, ideas realizados en otros lugares, para
otros lugares, y/o en otros tiempos. Es por ello que Juan Perón sostiene que “los argentinos tenemos una larga
experiencia en esto de importar ideologías, ya sea en forma total o parcial. Es
contra esta actitud que ha debido enfrentarse permanentemente nuestra
conciencia”[10]. No
se trata, desde ya, en negar los aportes que puedan surgir del extranjero, ya
que “lo que hace que una ideología
sea foránea, extraña, exótica, antinacional no es su origen sino su
correspondencia con la realidad nacional y sus necesidades”.[11]
Se trata de construir un pensamiento nacional, cuestión crucial
para un país como la Argentina, ya que es “en
los países soberanos, cuya cuestión nacional está resuelta, naturalmente se piensa
“en nacional”, sin necesidad de propuesta o polémica previa (…) pero en los
países semi-coloniales –aquellos que conservan los atributos formales de la
soberanía: bandera, himno, presidente, etc.- la formulación de ideas y
proyectos nacionales solo se logra tras el previo quebrantamiento de la
influencia del aparato colonizador”.[12]
En
este sentido es que apuntamos a la construcción, como la llamó Fermín Chávez,
de una epistemología de la periferia,
desde los países del tercer-mundo, o semi-coloniales, y consideramos que FORJA
ha realizado una tarea importante en ese sentido. Este autor argumenta que “la exportación de ideología desde el centro
hacia la periferia no constituye un hecho nuevo en la historia de la humanidad.
Lo que sí es un hecho nuevo es la toma de conciencia por los pueblos
periféricos del significado de la ideología que ha recibido, o sigue
recibiendo, de los sistemas centrales de poder (es necesario) formular, orgánica y metódicamente, una
redefinición de conceptos referentes a todo nuestro proceso cultural en función
de autoconciencia y liberación (…) todo lo dicho apunta a fundamentar la
necesidad de una aproximación conceptual en torno a un nuevo eje cultural que
no sea la ideología de la dependencia, en sus distintos matices, puesto que hoy
el sistema central de poder exporta hacia la periferia no un ingrediente único”.[13] Vale
decir que Chávez va a rastrear esta “otra llave” de entrada a la cultura
Argentina en el historicismo.
Muchas
veces, y especialmente desde ámbitos académicos se ha pretendido instalar la
idea que el pensamiento nacional es “menos científico” que el que sigue los
criterios académicos, al respecto compartimos con Alcira Argumedo que “las ciencias humanas tienen criterios para
medir la relevancia (…) sin desconocer tales criterios, creemos posible incluir
otras variables para evaluar esa relevancia. Si millones de hombres y mujeres
durante generaciones las sintieron como propias, ordenaron sus vidas alrededor
de ellas y demasiadas veces encontraron la muerte al defenderlas, esas ideas
son altamente relevantes para nosotros, sin importar el nivel de
sistematización y rigurosidad expositiva que hayan alcanzado”.[14]
La construcción de un
ideario para el país semi-colonial
Años más tarde
que la crisis del ’29 estallara, derrocaran a Hipólito Yrigoyen, que “los
primos pobres de la oligarquía”, el nacionalismo oligárquico (representado por José
F. Uriburu), perdiera el poder a manos
de los liberales pro-británicos con Agustín P. Justo a la cabeza, y pocos meses
más tarde de la firma del ignominioso Pacto Roca-Runciman[15] firmado por este último
gobierno, mientras la “semi-colonia próspera” del modelo agroexportador, el
“país granja” se hacía añicos, emerge como una luz en la oscuridad FORJA.
Haremos aquí un recorrido de las categorías principales del pensamiento
forjista, que se ocupó fuertemente de generar categorías nacionales.
FORJA crea una
herramienta de análisis y acción política que denomina como posición nacional, de modo de
diferenciarse del nacionalismo oligárquico presente en su época. Una
declaración de FORJA hace referencia a esta posición nacional y sostiene que “al espíritu colonial de entrega, se opone
equivocadamente un espíritu colonial de rebelión. FORJA que, por primera vez en
nuestra historia, estudió la raíz de nuestros problemas y denunció las
formaciones extranjeras que se oponen a la unidad fundamental de la Nación,
toma también para sí la tarea de orientar paulatinamente la rebelión de nuestra
juventud, hasta encauzarla en la línea más amplia de nuestra tradición, honrada
y patrióticamente practicada, para darle así la eficacia de acción de que ahora
carece. FORJA cree que sólo del pueblo argentino, de la masa innumerable sin
voz y sin más conocimiento que la certeza de sus propias dificultades, puede surgir
la salvación entera de la nación”[16].
Los forjistas no
basan su construcción en esquemas realizados en y para otras latitudes en forma
acrítica, no basan su ideario ni en el liberalismo, ni en el marxismo (en este
caso si hay alguna influencia es individual, no como agrupación[17]) o el fascismo. La
elaboración realizada por ellos busca ser profundamente original, que sea un ideario
propio que preste atención a las particularidades de nuestro país, que tome
como basamento la realidad nacional, el país latinoamericano, semi-colonial, en
el cual no ha habido un proceso de industrialización que desarrolle al mismo,
etc. Es diferente la lucha que hay que encarar, en relación a los países
centrales, donde ya se cumplió con la revolución democrático-burguesa
y están desarrollados. En los países semi-coloniales existe una cuestión nacional a resolver, los
forjistas afirman que “el problema de los
países plutocráticos es un problema puramente interno, entre nosotros está
vinculado a la existencia de una soberanía nacional auténtica. Necesitamos
liberar a la nación para liberarnos dentro de ella”.[18]
Esta forma argentina
de pensar descartó la lucha de clases como herramienta de análisis y acción
política. Apuntó entonces, a partir de esta posición nacional al enfrentamiento
entre todos los sectores nacionales
contra la oligarquía y el imperialismo. Hay una tarea pendiente en
nuestro país, desarrollar la nación, desligarla de las ataduras del
imperialismo, eso es lo que apunta a realizar el forjismo, “su tarea fundamental es aportar al
pensamiento argentino el método y los modos de conocer nuestra realidad y
señalar los rumbos necesarios de una política nacional”.[19]
Los
problemas argentinos deben ser enfrentados con un abordaje nacional.
En
FORJA la nación aparece ubicada en el futuro, es una
construcción, y es en el pueblo donde encuentra la fuente y razón de todo
derecho[20]. En esta línea, argumentan
que “pueblo y nación son equivalentes en
América, lo que no comprenden los europeizantes, para quienes la Nación es
formación adversa a la convivencia igualitaria de los hombres que no exhibían
un común entronque con viejas identidades de sangre y de subordinación”[21]. No hay desarrollo posible sin pueblo. El pueblo es la fuente de
su pensamiento. Se trabaja en el seno del mismo, la obra de edificación de un
movimiento es desde y con el pueblo. Agregan
los forjistas al respecto que “lo americano es temblor de idea que junta
nuestra tierra y nuestro cielo. Lo americano es lo constantemente presente, no
lo fenecido. Es lo que está llegando, no lo que pasó. Es lo que haremos, no lo
que hicimos”.[22]
En este sentido se diferencian claramente los forjistas del
nacionalismo oligárquico, así Jauretche cuenta que “alguna vez discutiendo con un nacionalista, cuando se acercaban a
FORJA en busca de coincidencias, le dije: el nacionalismo de ustedes se parece
al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del
padre junto a la cuna del hijo, y esa es la sustancial diferencia. Para ustedes
la Nación se realizó y fue derogada; para nosotros, todavía sigue naciendo”[23].
En otra ocasión asevera que estos sectores reaccionarios “mentalmente se ubicaban cumpliendo su función de élite conductora,
pero no ya desde el landó de la abuela; les era agradable imaginarse en un
Cadillac pasando rápido ante los gauchos a caballo, con plata en los aperos, y
saludando respetuosamente: -¡Adiós, patroncito! – ¡Que le vaya bien, m’
hijo!... Una especie de Arcadia pastoril y tecnificada a la vez, pero donde
cada uno está “donde debe estar”[24].
La posición nacional, es más bien, nacional-latinoamericana, porque en la lógica de análisis del
forjismo establecen que: “el proceso
histórico Argentino en particular y Latinoamericano en general, revelan la
existencia de una lucha permanente del pueblo en procura de su Soberanía
Popular, para la realización de los fines emancipadores de la Revolución
Americana, contra las oligarquías como agentes de los imperialismos en su
penetración económica, política y cultural, que se oponen al total cumplimiento
de los destinos de América”.[25]
Existen pues dos momentos en la lucha, pero que son simultáneos, y son los
pueblos los que pueden desarrollarla, contra la oposición de los sectores
oligárquicos.
En esta concepción, no se puede dar la lucha por la liberación
nacional como “patrias chicas”, la lucha se encara en términos de la “Patria
Grande”, la unidad latinoamericana debe ser la divisa, “sostenemos la necesidad de
instaurar la unión efectiva de las naciones de América para realizar los actos
fundamentales de su emancipación, imposible mientras perdure la desarticulación
a que han sido conducidas por la influencia continua de los factores
antiamericanos que rigen su política, su escuela, su milicia, su vida
religiosa, su comercio y su prensa” [26]. Afirman también que: “los
pueblos de América, vinculados por identidad de origen y de ideales, no deben
permanecer aislados unos de otros, ante la actual convulsión universal, sino
congregarse a efecto de uniformar opiniones y coordinar en lo posible el
pensamiento común”[27]
Esto último es porque el imperialismo nos trata como una
totalidad, y al mismo tiempo, porque difícilmente los países separados puedan
tener éxito en esta lucha desigual. Los forjistas apuntarán así a ligar las luchas pasadas con las presentes,
buscar esos “hilos conductores”, patrones comunes, errores, aciertos, etc. para
ser implacables en la lucha. En este sentido Dellepiane sostiene que “creo necesario insistir en que, para
nosotros, América comienza en la frontera norte de México. Denunciamos la
designación intencionada de América, comprendiendo sólo a los Estados Unidos de
Norteamérica, como una táctica del imperialismo frente a la conducta de nuestra
América. ¡Nuestra América!”[28].
Los
forjistas dicen desde Argentinidad: “afirmamos
que en América Oprimida la democracia no existe y que la libertad de sus
pueblos es una mentira. Para que fuera verdad sería previamente necesaria la
existencia de las respectivas soberanías nacionales, que se hallan caducas,
consecuencia de la condición colonial de los países” [29]“Se
alejan asimismo del panamericanismo, y argumentan que “no basta con no aceptar la política del panamericanismo. Debemos luchar
por la organización de los pueblos oprimidos de América para su liberación y
defensa (…) luchamos por la unidad emancipatoria de la América oprimida”.[30] Latinoamérica
entonces debe forjar sus propias herramientas y su propio camino hacia la
emancipación, su propia voz.
Volviendo con la cuestión nacional, relacionan el aspecto
económico de sometimiento del país al imperialismo, con los mecanismos
culturales, Jauretche dice que “desentrañando
la trama de nuestro coloniaje económico, que fue nuestra primer tarea,
descubrimos que él se asentaba sobre el coloniaje cultural. Descubrimos que
ambos coloniajes se apuntalan y conforman recíprocamente, pero que si el
coloniaje económico daba los puntos de apoyo cultural, éste era, a su vez, la
forma de penetración y de estabilización de aquel. ¡La traición de la
inteligencia! Esa es la primera en el orden de las culpas. La primera que debíamos
evitar. No es ella un tema nuevo. No en balde la revolución mejicana se hizo al
grito de “abajo los científicos” también pudieron articular nuestras montoneras
federales y nuestras multitudes radicales, que son su expresión actual”[31].
Estos dos colonialismos
se apuntalan y refuerzan mutuamente. Es el colonialismo cultural el que le da
la posibilidad al económico para se desenvuelva en forma “más libre y ordenada”.
Se trata entonces de avanzar contra los dos tipos de colonialismo. Es una tarea
de descolonización pedagógica la que
encara el forjismo.
En este sentido es que aparece otro punto fundamental en el
forjismo que es la revisión de la
historia. Pero no es cualquier revisión del pasado, sino es revisar los
hechos de la historia desde la óptica de los oprimidos, avanzando contra la
fábula colonizada de nuestro pasado realizado por la historiografía oficial. Se
trata de volver al pasado para entender el presente, y para orientar una
política nacional, “era necesario
descubrir la verdad oculta de nuestra historia de ayer para entender la clave
que pasaba hoy y fue la sistematización en lo económico y en lo social que hizo
FORJA lo que viabilizó la comprensión por el pueblo de lo que significaba la
revisión histórica y sigue significando.[32]”
Tener
una visión más abarcadora del accionar del imperialismo en nuestro país. A
partir de la cual, los forjistas sostienen que al querer descubrir el velo
sobre las fuerzas exteriores gravitantes sobre nuestra historia “nos llevaba de la mano a una posición
revisionista en la historia, que la tuvimos que revisar en nosotros mismos,
porque al fin y al cabo, éramos hijos de una formación cultural edificada sobre
un ocultamiento sistemático de la verdad, que se proponía precisamente eso, que
ignorásemos los factores decisivos en el cumplimiento de nuestro destino”.[33] La colonización pedagógica se “hace
carne”, hay que desligarse de lo “aprendido” para avanzar en la
descolonización, pues “pasar junto a la
realidad con los ojos cerrados es una modalidad intelectual característica de
la educación impuesta a los pueblos coloniales por los pueblos dominadores”.[34]
FORJA tiene un planteo
anti-imperialista, en este caso referido al imperialismo que realmente
tenía injerencia en la vida nacional, a saber: el imperialismo británico. Así
se dedica al análisis profundo de su accionar en nuestro país. En el Manifiesto al Pueblo de la
República, del 2 de septiembre de 1935 dicen que: “todos los aspectos de la vida nacional que
se pasa a examinar, demuestran que ya se ha impuesto a la República una tiranía
económica, ejercida en beneficio propio por capitalistas extranjeros a quienes
se han dado derechos y bienes de la Nación Argentina”[35].
En el manifiesto pone de relevancia la entrega de la economía nacional a Gran
Bretaña, demuestra cómo nuestra economía es cada vez más dominada por factores
foráneos, establece que se ha impuesto una tiranía económica sobre la
república, de la cual los únicos beneficiarios son el capital extranjero y la oligarquía local aliada al mismo
Analizan
también el mecanismo del endeudamiento
que actúa como un encadenamiento para los
pueblos y para su desarrollo. Lo
aborda como parte de los “nuevos métodos” utilizados
por el imperialismo, luego de los procesos de emancipación, así afirma que “el imperio británico usará métodos nuevos
en el transcurso del siglo XIX. Conseguirá tributos de riquezas, de productos,
de trabajo, merced a la habilidad. Sólo usará la fuerza para destruir unidades
muy resistentes o conductores muy precavidos”[36]. En nuestro país al no
poder imponerse por la fuerza, buscará llegar a los mismos objetivos por
“métodos pacíficos”.
El
planteo es claramente anti-imperialista, establece que “ya nada queda en la República que no haya sido dado o comprometido a
la dominación fraudulenta de sociedades anónimas de especuladores del exterior,
que usan a su arbitrio las potestades inherentes a la Nación Argentina para
beneficiarse con el fruto de su trabajo y para aniquilar las fuerzas de su
indispensable, urgente y solidario resurgimiento”.[37]
Abordan
la intención balcanizadora del imperialismo para el continente latinoamericano,
la división de Nuestra América, el azuzamiento de localismos, divisionismos, el
fortalecimiento de las fronteras nacionales en el sentido de alejarnos de los
países hermanos, “azuzar una parcialidad
americana contra la restante, enardecer un localismo o una discrepancia, fue
método de conquista que nos revela lo histórico y que veremos utilizar
constantemente como arma de la explotación europea. Olvidar el problema de los
otros es traicionar su propio problema, porque la expoliación sube como una
gangrena por el cuerpo americano”.[38] Tender lazos de unidad aparece como un
objetivo primordial, contra los intereses disgregadores, y para unir se precisa
la comprensión, para la cual es necesario el conocimiento profundo del pasado
común.
Otra
cuestión que aparece en el forjismo es la noción de defensa nacional. El conocimiento para la misma, los métodos de la defensa continental, que es la defensa
nacional de América por excelencia, se encuentra en nuestra historia, y el
conocimiento de la misma, en el criterio político y las formas de conducción de
nuestros procesos emancipatorios del siglo XIX. A partir de esto, la necesidad
de profundizar en nuestra historia, en los lazos que nos unen a los diferentes
países latinoamericanos. Rastrear en nuestro pasado los elementos que permiten
la defensa común. Esta es parte
también de la defensa de los recursos
naturales propios de la nación.
Los objetivos que se proponen los
muchachos forjistas, en sus palabras son que: “El movimiento aspiraba a establecer la justicia social, en progresión
ascendente con el desarrollo económico logrado a medida que la liberación
nacional creaba las condiciones de producción y distribución de la riqueza,
impedidas en nuestro país por los factores anti-progresistas de la estructura
imperial. Es decir, lograr los más altos niveles sociales dentro del mundo a
que pertenecemos, tal como las condiciones nacionales lo permiten en cuanto se
remueven los obstáculos a nuestro desarrollo y dirigir los beneficios de ese
progreso en el sentido de la sociedad y no solamente de los individuos
colocados en situaciones privilegiadas”[39].
Aparecen
como camino para la liberación nacional en el ideario que van formando los
forjistas, las tres banderas que tendrán su desarrollo y aplicación con el
peronismo. Pues, dada esta situación de sometimiento semi-colonial, no hay
soluciones parciales, sino que la salida a la sumisión al imperialismo es
romper con la situación estructural de la dependencia. Así, observemos algunos
volantes de la agrupación: “la
restauración argentina sólo podrá cumplirse sobre la base de la soberanía
popular, la emancipación económica y el imperio de la justicia (…), en el
territorio más rico de la tierra, vive un pueblo pobre, mal nutrido y con
salarios de hambre. Hasta que los argentinos no recuperemos para la nación y el
Pueblo, el dominio de nuestras riquezas, no seremos una Nación soberana, ni un
pueblo feliz”[40].
A modo de conclusión
A partir de considerar que la Argentina
en la década del ‘30 es una semi-colonia
británica, FORJA desarrolla una tarea de denuncia del accionar de ese imperialismo en nuestro país, y del
apoyo al mismo del factor interno, la oligarquía.
En esta denuncia va desarrollando un conjunto de herramientas de análisis y
acción política, un ideario para el país
semi-colonial.
Esa construcción es profundamente nacional y original. Parte del desarrollo de una posición nacional-latinoamericana que
considera que la lucha anti-imperialista
se desarrolla en un doble plano: por un lado a escala continental, es decir en los países latinoamericanos, y por
otro a escala nacional. La lucha debe
ser conjunta con los demás países del Continente porque el enemigo es poderoso, nos trata como
totalidad, y tenemos una historia, un pasado en común.
El proyecto de FORJA es
latinoamericano para enfrentar a la oligarquía
y al imperialismo. Se trata de juntar a todos los sectores nacionales que se opongan a éstos. Dirigir los destinos de la nación según los intereses populares. Recordemos que nación y pueblo en el
forjismo se confunden, no hay uno sin el otro.
En esta indagación acerca de la estructura económica dependiente, los forjistas ponen de relevancia
el aparato cultural que se erige
sobre ésta, y que le permite desenvolverse plenamente. A partir de ello
entienden que es necesaria una profunda tarea de descolonización pedagógica que avance en desarmar ese andamiaje
cultural de colonización pedagógica,
que nos impide pensar según nuestros propios intereses. En ésta última se
revela como fundamental la revisión del
pasado nacional, romper con la historiografía oficial-liberal, la historia
de la oligarquía porteña, y construir un relato desde la perspectiva latinoamericana, la óptica de la Patria Grande, y de los sectores
oprimidos de la nación.
El desarrollo nacional,
y la justicia social, aparecen como condiciones
para la liberación nacional.
Resaltamos la aparición de nociones que serán pilares del modelo llevado a cabo
por el peronismo. Establece como idea la justicia social, como distribución de
los ingresos equitativa entre todos los sectores de la sociedad, más allá de
los que se encuentren en la cúspide de la pirámide social, solo es posible
realizadas dos premisas: la una, desarrollar la industrialización del país para
percibir más ingresos y ser independientes económicamente; y la otra, que
pregona la remoción de los obstáculos para el logro de dicho desarrollo, y
estas dificultades no es otra que la injerencia del imperialismo en la economía
nacional, que conjuntamente a su aliada interna, la oligarquía, deforman la
economía del país. La emancipación por la cual pregona FORJA es una
emancipación integral.
Hay que avanzar entonces contra la estructura económica, y contra
la superestructura cultural, y para ello que FORJA considera que no se puede
realizar con herramientas importadas acríticamente de otros tiempos y/u otros
lugares, o bien con ideas “prestadas” de los sectores dominantes. De ahí que
avance, como vimos en este trabajo, en la construcción de un ideario propio, una
epistemología para y desde el país
periférico. Es una lucha larga que todavía, a casi ochenta años de la
creación de FORJA, continúa, pero el forjismo hace un llamado a no cejar en la
lucha, porque “Luchar es, en cierta
manera, sinónimo de vivir. Se lucha con la gleba para extraer un puñado de
trigo. Se lucha con el mar para transportar de un extremo al otro del planeta
mercaderías y ansiedades. Se lucha con la pluma. Se lucha con la espada y el
fusil. El que no lucha se estanca, como el agua. El que se estanca se pudre.
Estamos aquí, bajo el nivel de la tierra, como una semilla”.[41]
[1]II Jornadas de Estudio de América Latina y el
Caribe (IELALC). Pedagogías y Filosofías
Latinoamericanas. Sociólogo. UBA, UPMPM, UNAJ. Comisión de Investigaciones
Científicas (CIC)
[1] Torres,
José Luis. (1973). La década infame.
1930-1940. Buenos Aires: Freeland.
[2] Torres, José Luis. (1943).
Los “Perduellis”. Buenos Aires:
Padilla y Contreras, página 1.
[3] Hernández
Arregui, Juan José. (2004b). La formación
de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
[4] Cuaderno de FORJA Nº 1. En
Cuadernos de Fuerza de orientación radical
de la joven argentina (FORJA). Re-edición facsimilar. Jaramillo, Ana
(Comp.). (2012). Cuadernos de FORJA.
Buenos Aires: Ediciones de la UNLA/Colección Pensamiento Nacional, página 31.
[5] Jauretche, Arturo.
Jauretche, Arturo. (1976). Forja y la
década infame. Con un apéndice de manifiestos, declaraciones y textos volantes.
Buenos Aires: Peña Lillo, página 68.
[6] Ramos, Jorge Abelardo.
(1986). Revolución y contrarrevolución en
la Argentina. Las masas y las lanzas. Tomo I. Buenos Aires: Hyspamérica,
página 15.
[7] Kusch, Rodolfo. (2007). La negación en el pensamiento popular.
En Obras Completas. Tomo II. Buenos Aires: Fundación Ross, página 569-570.
[8] Rosa, José María. (1967).
Defensa y pérdida de nuestra independencia económica. Buenos Aires: Huemul,
página 160.
[9] Hernández Arregui, Juan
José. (1973). Peronismo y socialismo.
Buenos Aires: Corregidor, página 25-27.
[10] Perón, Juan Domingo.
(2006). Modelo Argentino para el proyecto
nacional. Buenos Aires: Inst. Juan Perón, página 17.
[11] Cooke, John William.
(2011). Peronismo y revolución. El peronismo y el golpe de estado. Informe a
las bases. En Obras Completas.
Tomo V. Buenos Aires: Colihue, página 155.
[12] Galasso, Norberto.
(2008). ¿Cómo pensar la realidad
nacional?. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional, páginas
293-294.
[13] Chávez, Fermín. (1977). Historicismo e iluminismo en la Historia
Argentina. En Jaramillo, Ana (Comp.).
(2012). Epistemología para la
periferia. Buenos Aires: UNLa, páginas 35, 39 y 41.
[14] Argumedo, Alcira. (2002).
Los silencios y las voces en América
Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular. Buenos Aires:
Ediciones del Pensamiento Nacional, página 10
[15] El pacto firmando el 1º
de mayo, conocido como Roca-Runciman, establecía que los frigoríficos
angloyanquis controlen el 85 % de las exportaciones de carne, reservándose la
Argentina solo el 15 %, este porcentaje es para frigoríficos que no persigan
afán de lucro. Asimismo se asegura la libre-importación de Carbón y otras
manufacturas inglesas a la Argentina, así como el buen trato a las inversiones
británica. Así el Pacto le asegura a Gran Bretaña alimentos baratos, poder
colocar productos manufacturados, etc. Un conjunto de beneficios estupendos
para los frigoríficos, a favor de los británicos y de un grupo de invernadores que
reciben precios preferenciales. Galasso, Norberto.
(2011). Historia de la Argentina. Desde
los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner. Tomo II. Buenos
Aires: Colihue. FORJA lo enjuicia y lo llama el Estatuto Legal del Coloniaje, y sostiene que a partir del mismo “ya nada queda en la República que no haya
sido dado o comprometido a la dominación fraudulenta de sociedades anónimas de
especuladores del exterior, que usan a su arbitrio las potestades inherentes a
la Nación Argentina para beneficiarse con el fruto de su trabajo y para
aniquilar las fuerzas de su indispensable, urgente y solidario resurgimiento”. Manifiesto
al Pueblo de la República, 2 de septiembre de 1935. Reproducido en Cuadernos de Fuerza de orientación radical
de la joven argentina (FORJA). Re-edición facsimilar. Jaramillo, Ana
(Comp.). (2012). Op. Cit., página 446.
[16] Declaración de FORJA. 16-8-1941. Citado en Galasso, Norberto.
(2003). Jauretche y su época. De Yrigoyen
a Perón, 1901-1955. Tomo I. Buenos Aires: Corregidor, página 393.
[17] Scenna, Miguel Ángel.
(1983). FORJA. Una aventura argentina (de
Yrigoyen a Perón). Buenos Aires: Editorial de Belgrano. Norberto Galasso
plantea al respecto que uno de los máximos ideólogos de FORJA, Scalabrini
Ortíz, lee a Marx, Lenin, Trosky, y que en el centro de su pensamiento se
encuentra la cuestión nacional, la diferencia entre países oprimidos y
opresores, entre otras categorías marxistas (y de sus continuadores). De todas
formas Scalabrini no habla en sentido de clases sino de masas, oprimidos,
pueblo. Galasso, Norberto. (2008). Vida
de Scalabrini Ortíz. Buenos Aires: Colihue.
[18] Nota en Forjando.
17-11-1941. Citado en Galasso, Norberto. (2003). Op. Cit., página 395.
[19] Jauretche, Arturo.
Jauretche, Arturo. (1976). Op. Cit., página 29.
[20] Declaración de la
primera Asamblea de FORJA. 20 de julio de 1935. Citado en Scenna, Miguel
Ángel. (1983). Op. Cit.
[21] Cuaderno de FORJA
10-11-12. En Cuadernos de Fuerza de
orientación radical de la joven argentina (FORJA). Re-edición facsimilar.
Jaramillo, Ana (Comp.). (2012). Op. Cit.,
página 395.
[22] Ibídem, pp. 32.
[23] Jauretche, Arturo. (1976). Op. Cit., página 62.
[24]Jauretche, Arturo.
(2004). El Medio Pelo en la Sociedad Argentina
(apuntes para una sociología nacional). Buenos Aires: Corregidor, página
243. En otra ocasión hace referencia al mismo tema y sostiene que “es una especie de nacionalismo que he
definido paternalista, que quiere una sociedad estanciera, en la cual ellos
dominen y pases los gauchos con apero de plata y digan: “Adiós patroncito. Adiós
m’hijo”. Pero nada de levantar las clases sociales. Bueno, ese nacionalismo se
fue pronto de lo nacional. En cuanto vio que lo nacional empezaba a tener
sentido social y popular, se fue… Después vino el nacionalismo de los
ideólogos, tipo Bruno Genta, ese que quiere reconstruir la Edad Media”. Jauretche,
Arturo. (2010). Escritos inéditos. Buenos
Aires: Corregidor, página 134.
[25] Declaración FORJA 29/6/35. En Jauretche, Arturo. (1976). Op. Cit., página 87.
[26] Cuaderno de FORJA Nº 10-11-12 (publicados conjuntamente en la edición original).En Cuadernos de FORJA. Jaramillo, Ana
(Comp.). (2012). Op. Cit., página 381.
[27] Volante FORJA El Chaco y el Petróleo. S. f. En Ibídem,
pp. 178.
[28] Cuaderno de FORJA Nº 9. En Cuadernos de
Fuerza de orientación radical de la joven argentina (FORJA). Re-edición
facsimilar. Jaramillo, Ana (Comp.). (2012). Op. Cit., página 354.
[29] Conferencia de Lima.
Posición radical de FORJA. En Argentinidad.
Año 1, Nº 2. Diciembre de 1938.
[30] Artículo en Argentinidad. Citado en Scenna, Miguel. (1983). Op.
Cit., página 249.
[31] Discurso de Jauretche,
29/6/42. En Galasso, Norberto. (2003). Op. Cit., página 312.
[32] Jauretche, Arturo. (1976).
Op. Cit., página 59.
[33] Jauretche, Arturo.
(1976). Ibídem, pp. 35.
[34]Scalabrini Ortíz, Raúl.
(2009). Cuatro verdades sobre nuestra
crisis. Buenos Aires: Lancelot,
página 50. Originalmente en La política de cambios, salarios y créditos,
instrumenta el coloniaje argentino (1941).
[35] Manifiesto al Pueblo de la República, 2 de septiembre de 1935.
Reproducido en Cuaderno de FORJA Nº 10,
11 y 12. Noviembre de 1939. En Cuadernos
de FORJA. Jaramillo, Ana (Comp.). (2012). Op. Cit., página 403.
[36] Ibídem, página
329.
[37] Manifiesto al Pueblo de la República, 2 de septiembre de 1935. En Ibídem,
página 426.
[38] Cuaderno de FORJA Nº 1.
En Ibídem,
página 31.
[39] Jauretche, Arturo.
(1976). Op. Cit., páginas13-14.
[40] Galasso, Norberto.
(2003). Op. Cit., página 289.
[41] Cuaderno de FORJA Nº 4. En Cuadernos de Fuerza de orientación radical de la joven argentina
(FORJA). Re-edición facsimilar. Jaramillo, Ana (Comp.). (2012). Op. Cit.,
página 181.
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