El tren de la
historia. Anotaciones al margen.
Por Juan Godoy*
Febrero, 2011
¿Se podría reescribir nuestra historia reciente, desde mediados del
siglo XIX, como la historia del
ferrocarril?, si lo intentáramos ¿tendríamos en ella los diferentes tópicos
que hacen al desarrollo de una nación?
Mirando hacia atrás tenemos tiempos
en que los ferrocarriles no existían,
en que el traslado de sujetos y/o de mercancías era con animales, carretas,
etc., momentos en los que la desintegración es latente, de sitios anegados, de
grandes distancias (más grandes aún), de dificultad para la comunicación.
Con el advenimiento del material
férreo, rodante, grandes vagones, largas vías, etc., la situación es otra.
Comienzan a nacer otras formas de subjetividad.
En sus comienzos el tren ¿obstaculiza o libera?, pues tenemos la
penetración del capital británico, el trazado en líneas rectas hacia la
ciudad-puerto. El imperio ávido de materias primas, expoliaba así a la nación
en ciernes, Scalabrini dirá “una inmensa
tela de araña metálica donde esta
aprisionada la república”. Ahí lo tenemos, a quién fuera a historiar
los ferrocarriles, en su ligazón al desarrollo (y a su dificultad en tanto la
presencia del capital británico) de una nación. A la auscultación de la patria,
al silenciamiento, a la complicidad, los mecanismos de la prensa (¿libre o libre empresa?), de la superestructura cultural, a las pilas y
pilas de papeles, de balances, el rompe cabezas que se arma. Las zonceras se desvelan.
El pensamiento nacional está allí,
en la denuncia de la semi-colonia,
¿no está también la izquierda nacional? Hay denuncia del imperialismo presente, opresor (no el que todavía no había llegado
a estas tierras), hay cuestión nacional.
A la vez que también aparece el estado, quien tendiera las líneas disonantes en
ocasiones a las del capital inglés, pues el autor de “política británica en el
Río de la Plata” nos alerta que no fueron los ingleses quienes desarrollaron
nuestros ferrocarriles.
Ramales con nombres que denotan pujanza,
proyecto (voy a Chile, por ejemplo, se llama uno del Ferrocarril Oeste,
atravesar la cordillera, unir los dos océanos). Podríamos preguntarnos por la
presencia de una burguesía nacional siempre esquiva. ¿Nos adentraríamos así, en
el plan de operaciones, y/o en la creación del ejército sanmartiniano en
tierras mendocinas?. ¿Quién debe hacerse cargo del desarrollo del país?
Tenemos creación de empresas
estatales, nacionalizaciones (o compra de soberanía). Desenvolvimiento de
pueblos a medida que los rieles avanzan,
creación de industrias, a la par que trabajadores, obreros, cuadros técnicos,
barrios diseñados para los ferroviarios, talleres-escuela. Es la yuxtaposición
entre el mundo del trabajo y la ciencia ¿al servicio de la nación?.
Pero no olvidemos las luchas, las
victorias, la sindicalización, las asambleas, las persecuciones, desapariciones.
El armado de un tejido social en
torno a los ferrocarriles. La vida gira en torno a éste, las subjetividades se
crean a partir de la pertenencia a ese mundo.
Desapariciones decíamos al
referirnos a las detenciones seguidas de muerte por la última dictadura
genocida. También, y no casualmente podríamos evocar el mismo vocablo para
referirnos a la época de la desaparición
de los rieles, de las locomotoras, al tiempo en que esos hierros que supieron
forjar vida, nación solo pasaron a ser chatarra vieja acumulándose en galpones,
a la intemperie esperando que en otras épocas vuelvan a ser codiciadas por
familias que deambulan, y buscan cómo sobrevivir al oleaje neo-liberal que
arrasó con la patria, con el pueblo (¿cuál era su lugar en la globalización?).
Desaparición
y desguace.
Ramales que “paraban”, y automaticamente cerraban. El surgimiento de pueblos fantasmas, de “fantasmas
sociales”; suicidios masivos, que nos hacen recordar los tangos discepolianos
de la década infame, esos de “cacha el bufoso y a dormir”. La desintegración del más mínimo lazo social. La aparición de otros. La
generación de núcleos de dignidad y lucha.
¿Podremos levantar un proyecto
nacional-popular, la liberación de la patria sin avanzar en la (re)creación de
los recorridos que le dan vida a la nación?, ¿no es momento ya? Pensamos que
sí.
*Licenciado en Sociología en la
Universidad de Buenos Aires (UBA)
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