Izquierda abstracta,
derecha concreta. Acerca de la crítica de Hernández Arregui a la izquierda
antinacional.
Por Juan Godoy*
En las siguientes líneas abordaremos la crítica
de Juan José Hernández Arregui a la izquierda antinacional, y su relación con
la construcción de un relato histórico colonizado por los mitos, creencias, etc.
de la oligarquía argentina, y como parte de una intelligentzia profundamente penetrada por la superestructura
cultural de un país semi-colonial.
Hernández Arregui considera que los
diferentes partidos de izquierda,[1] se hallan asociados a la
oligarquía liberal, y a la pequeña burguesía urbana migrante en sus orígenes,
pues son consecuencia de la inmigración. De todas formas “no fueron los socialistas los que educaron la conciencia de clase del
proletariado argentino. Fue la oligarquía. Es decir, la miseria y la
explotación. La oligarquía ha cumplido una gran misión educadora de las masas”[i],
ésta “ha infundido a toda la cultura
(en el aspecto pedagógico) sus propios valores, desde 1853 en adelante”[ii],
impregnando los cuerpos con su ideal de vida, a la vez que generando una
capa de intelectuales que eduquen a su servicio, y conveniencia.
Esa capa de intelectuales, la intelligentzia (entre los que se hallan
hombres de la izquierda[2]), no cree en lo nacional,
en cuanto se halla “divorciada del pueblo
cumplirá siempre una función antinacional al contribuir con su anemia cultural
a la falta de fe en el país”[iii], se produce una
deformación de la historia, a la vez que la negación del pueblo. Actúan como
intelectuales coloniales, y construyen una imagen ficticia del país, negando a
éste como tal.
Esta intelligentzia, perteneciente a estratos medios en su mayoría, “por su posición dependiente del aparato
cultural, son el coro griego de la alienación cultural de las clases altas
colonizadas”,[iv] pues son, sobre
todo, los estos sectores de la sociedad los que consumen lo que irradian los
centros de poder, desde los medios de comunicación y demás órganos de difusión
como las universidades. De ahí que Jauretche sostuviera la ventaja de los
sectores populares, pues no tienen que desaprender lo que aprendieron mal como
aquellos. Hernández Arregui dirá que el pueblo permanece fiel a sus
tradiciones, se halla más ligado a un pensamiento nacional.
La izquierda basa su acción en esquemas importados,
vinculados a Europa, y no a nuestro país, no fundamenta su construcción en el
colectivo, sino en las “luces de la civilización”. Es fruto de esta extranjerización mental que se fue
alejando de las masas. Así, por ejemplo, en el 30 como en el 55, se ubicaron
objetivamente del lado de la reacción, fueron aliados y cómplices de la
oligarquía, “atragantados de literatura
extranjera son revolucionarios fantasmas”.[v]
Este error de las izquierdas argentinas las
aleja del marxismo que dicen sostener y aplicar, dado que, según Hernández
Arregui, la utilidad del método “consiste
en apropiarse de él sin dejarse dominar por su esquemática superposición a
realidades históricas distintas entre sí, por traslados teóricos
mecanografiados de un país a otro”[vi].
Esto último es lo que han olvidado las
izquierdas al adoptar acríticamente modelos realizados en otros tiempos, y para
otras realidades. El marxismo no puede constituirse en dogma, sino que tiene
que renovarse constantemente, adaptarse a las circunstancias históricas en las
que se desarrolla, debe ajustarse a la realidad en la cual se desarrolla. Y
nuestro país debe mirarse en el espejo latinoamericano, no el europeo que
siempre le entregará una imagen distorsionada. La construcción debe darse desde
el pueblo, desde su ámbito geográfico y espiritual.
Estas izquierdas, creen en la superioridad
europea, impuesta desde las iconografías, símbolos, mitos, etc. de la escuela
primaria y en la vida universitaria, cayendo así “en la servidumbre cultural, que es nimbo de la dependencia económica y
política sobre la cual la oligarquía construyó la imagen convencional de la
Argentina”,[vii] la colonización cultural, es parte y a
la vez fundamento de la dominación económico-política a la que es sometida la
semi-colonia. Por medio de ésta, se invisibilizan la otras. La intelectualidad
de la izquierda liberal depende (como profesores, periodistas, técnicos, etc.)
del orden económico impuesto por la oligarquía. Han actuado, más que como movimiento
transformador, revolucionario como “la pata izquierda”, defensiva de la
oligarquía.
Así se entiende, por ejemplo, que el Partido
Socialista, con Juan B. Justo a la cabeza (que había sido, “casualmente”
cronista parlamentario de La Prensa y
redactor de La Nación) haya sido
discrepante con la industrialización, que “Norteamérico” Ghioldi marchara del brazo por las calles de Buenos
Aires con el Embajador norteamericano Braden, y más grave aún, no hayan (tampoco
el Partido Comunista de Argentina) denunciado el accionar del imperialismo británico en las décadas
del 30 que era el que realmente oprimía al país (y no tanto el norteamericano)[3].
Hernández Arregui va a avanzar en la relación
entre orden semi-colonial dependiente e izquierda abstracta al sostener que “hay una relación directa entre la
interpretación de la historia nacional y la acción práctica de un partido
político. Es ya notable que la historia de la Argentina sustentada por el
comunismo sea sin variantes la misma que ha puesto en circulación la oligarquía
liberal”[viii].
Dirá que los comunistas, en su interpretación histórica son mitristas (Jauretche hablará de los mitro-marxistas). La figura de Mitre queda
intacta, y se basan en el esquema sarmientino de civilización y barbarie. Donde la barbarie la constituiría lo
autóctono, la cultura nacional; y la civilización lo extranjero, la realidad
europea, y/o norteamericana.
Por eso Hernández Arregui sostiene que “a la historia oficial de la oligarquía hay
que oponerle la revisión revolucionaria que desvista el contenido clasista de
esa fábula canonizada de nuestro pasado”[ix],
y así cobra importancia el revisionismo histórico, que debe cumplir la
tarea de destruir la historia construida por la oligarquía nacional, y sus
intelectuales sumisos, debe desnudar sus mitos, sus verdades. Debe construir la
historia desde las masas oprimidas. Así nuestro autor argumenta que “la revisión de la historia cumplida por
otros grupos (no por la izquierda
abstracta, se refiere), el desarrollo de
una izquierda nacional que concilia el marxismo con la realidad del país (…)
inquietan a muchos espíritus que dudan de las antiguas valoraciones de
izquierda a través de las cuales pervirtieron su visión de lo nacional”[x].
Hernández Arregui no criticará solamente a la izquierda colonizada sin conciencia
nacional (que es en la que nos centramos en el presente artículo), sino que
también la emprenderá contra el nacionalismo
de derecha sin amor al pueblo, él propone una solución superadora. Horacio
González sostiene que nuestro autor “se
propone una apelación a la reunificación teórico-práctica de las dos almas
irresueltas de la conciencia nacional, el marxismo que debería perder su
cosmopolitismo y los intelectuales nacionalistas en “duelo dramático” con su
patriotismo abstracto”[xi].
De la irresolución de estas dos almas es de donde vendría a surgir un
movimiento superador.
Norberto Galasso argumenta que Hernández
Arregui, ya en sus últimos años “ha
sostenido la tesis que el peronismo debe dar un salto cualitativo
transmutándose en el socialismo, como única forma de llevar adelante,
exitosamente, el proceso de revolución nacional (…) para convertirse en cabeza
del frente nacional y enfrentar al imperialismo desde una perspectiva
socialista y latinoamericana”[xii].
Hernández Arregui pone de relevancia el
desarrollo de una izquierda nacional,[4] por ésta “en un país dependiente, debe entenderse en
sentido lato, la teoría general aplicada a un caso nacional concreto, que
analiza a la luz del marxismo, en tanto método de interpretación de la realidad,
y teniendo en cuenta (…) las peculiaridades y el desarrollo de cada país (…) en
sus contenidos nacionales defensivos y revolucionarios, y coordina tal análisis
teórico con la lucha práctica de las masas contra el imperialismo, en el triple
plano nacional, latinoamericano y mundial, y en este orden”.[xiii]
Así el verdadero intelectual de izquierda no es revolucionario solo en
frases, sino en los hechos, éste se siente parte del pueblo en el cual actúa y
junto al cual construye, siente profundamente sus derrotas, sus retrocesos como
sus victorias, sus avances.
Los encargados de esta tarea son los escritores nacionales, quienes piensan
en el país antes que en sí mismo, que producen cultura nacional no como una
tarea individual, sino en tanto creación colectiva, anónima del pueblo. El
escritor nacional debe tener una labor militante y debe usar sus conocimientos
en tanto tal. Así debe contribuir a la formación de la conciencia nacional que
es “la lucha del pueblo argentino por su
liberación”[xiv].
Entonces lo que pone de relevancia la crítica
de Hernández Arregui a la izquierda antinacional es que basó la construcción de
su pensamiento en esquemas lejanos, desarrolladas en y para otras realidades,
es decir, ésta olvidó la cuestión
nacional atinente a los países coloniales y/o semicoloniales.
Convirtió al marxismo en un compartimento estanco, inmóvil, no tuvo en cuenta
que desde que éste se gestó, en el mundo se produjeron grandes cambios (tampoco
tuvo en cuenta –y cuando lo hizo lo hizo de forma desfigurada- cómo fue
enriquecido por pensadores como Lenin, Trosky, Rosa Luxemburgo, etc.).
En esta
situación, su destino no fue otro que lograr el desencanto de las masas, del
pueblo, llevándola así al cumplimiento de un papel reaccionario, antinacional.
Fue, sobre todo por su condición social (en su mayoría de sectores medios),
penetrada por la superestructura cultural
montada por la oligarquía nacional a los fines de establecerse, mantenerse
y ampliar su poder como sector dominante. Desde sus pensadores se escuchó la misma historia que habíamos escuchado de
los historiadores conservadores, que supieron construir el relato que logró
consolidarse como el “oficial”, el verdadero. Se convirtió así, en una izquierda impotente, incapaz de
denunciar el accionar imperial en
nuestro país y en América Latina.
De ahí la necesidad de revisar la historia, construyendo una narración opuesta a la
dominante. Opuesta no solo por los hechos; sino sobre todo, porque cambie el desde y el cómo se analice los hechos acaecidos en nuestro pasado. Por estas
razones nuestro autor nos termina hablando del surgimiento de una izquierda nacional, que analice desde el
marxismo, desde los sectores oprimidos, teniendo en cuenta la cuestión
nacional, el anti-imperialismo, imbuida de las tradiciones locales, y
latinoamericanas. Esto como parte indispensable del camino a la liberación nacional.
* Licenciado en
Sociología, Universidad de Buenos Aires
juanestebangodoy@hotmail.com
Revista Reseñas y debates. Abril 2011, Nº 64.
[1] Siempre que nos refiramos
a la izquierda, estaremos hablando de las corrientes de izquierda abstracta,
antinacional, especialmente el Partido Socialista Argentino, y el Partido
Comunista. No obstante, hacia el final haremos algunas consideraciones de
Hernández Arregui en relación a las diferencias entre éstas y la izquierda
nacional.
[2] Hernández Arregui sostiene
que “muchos de ellos se declaran
simpatizantes del socialismo y el comunismo y no pocos se consideran marxistas.
En realidad son liberales impuros que platican de socialismo puro”. Hernández
Arregui, Juan José. (2004). La formación
de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), página
116.
[3] Hernández Arregui sostiene
al respecto que “debe anotarse que, en esa época, el imperialismo
norteamericano no era en la Argentina el principal enemigo, e incluso, tales
campañas interesaban a Gran Bretaña, que así se esfumaba ante la opinión
pública como potencia colonizadora”. Hernández Arregui, Juan José. (2004). La formación de la conciencia nacional.
Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), página 105. Resaltamos que será FORJA
(Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), y principalmente
Scalabrini Ortíz, quién quite el velo sobre la cuestión del imperialismo
británico en la Argentina.
[4]
Según él mismo, fue uno de los primeros en utilizar el término, allá por el año
1957.
[i]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La
formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),
página 90.
[ii]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La
formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),
página 73.
[iii]
Hernández Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué
es el ser nacional?. Buenos Aires: Plus Ultra, página 160.
[iv]
Hernández Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué
es el ser nacional?. Buenos Aires: Plus Ultra, página 154.
[v]
Hernández Arregui, Juan José. (1973). Peronismo
y socialismo. Buenos Aires: Corregidor, página 17.
[vi]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo
y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), Página 24.
[vii]
Hernández Arregui, Juan José. (1973). Peronismo
y socialismo. Buenos Aires: Corregidor, página 24.
[viii]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La
formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),
página 98.
[ix]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo
y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), página 15.
[x]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La
formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),
página 350.
[xi]
González, Horacio. (2008). Perón, reflejos
de una vida. Buenos Aires: Colihue, página 110, cita Nº 8.
[xii]
Galasso, Norberto. (1986). Juan José Hernández
Arregui: del peronismo al socialismo. Buenos Aires: Ediciones del
Pensamiento Nacional, página 218.
[xiii]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La
formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),
página 369.
[xiv]
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La
formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),
página 43.
Bibliografía
v Galasso,
Norberto. (1986). Juan José Hernández
Arregui: del peronismo al socialismo. Buenos Aires: Ediciones del
Pensamiento Nacional.
v González,
Horacio. (2008). Perón, reflejos de una
vida. Buenos Aires: Colihue.
v Hernández
Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué es el
ser nacional?. Buenos Aires: Plus Ultra.
v Hernández
Arregui, Juan José. (1973). Peronismo y
socialismo. Buenos Aires: Corregidor.
v Hernández
Arregui, Juan José. (2004). La formación
de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),.
v Hernández
Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo
y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente),
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