Arte y militancia
(nuevamente). Anotaciones sobre la brigada plástika.
Por Juan Godoy*
“es imprescindible
dejar de lado todo tipo de dogmatismo en materia estética; cada cual debe crear
utilizando los elementos plásticos en la forma más acorde con su temperamento,
aprovechando los últimos descubrimientos y los nuevos caminos que se van
abriendo en el panorama artístico mundial (…) pero, eso sí, utilizando estos
nuevos elementos con un sentido creativo personal y en función de un contenido
trascendente”.**
“El arte
revolucionario latinoamericano debe surgir, en síntesis como expresión
monumental y pública. El pueblo que lo nutre deberá verlo en su vida cotidiana.
De la pintura de caballete, como lujoso vicio solitario, hay que pasar
resueltamente al arte de masas, es decir, al arte”***
Sorprende los últimos tiempos al caminar, o transitar en algún tipo de
transporte por las calles de Buenos Aires, la aparición de diferentes pintadas,
grafitis, esténcils sobre las
paredes, como así también de curiosos personajes en las calles céntricas de la
urbe realizando alguna puesta en escena en pleno día en lugares públicos no
destinados inicialmente para este tipo de escenificación. Ya los hemos visto
varias veces (no son sorprenden, salvo en ocasiones), pero éstos tienen algo
distinto, que los distingue de la mayoría de los otros.
Son realizados por un colectivo específico, el cual traza una línea
política explícita, y lo realiza como una tarea militante. No son meras
intervenciones artísticas, sino más bien intervenciones en el espacio público,
poniendo de relevancia la politicidad del mismo. Intervención en el debate
público, en la historia nacional, y como tal en la política. Se hace un lugar en
los intersticios de la misma, incursionan sobre lo ya hecho, sobre los carteles
montados por otros agrupamientos políticos. Hacen visible lo que se quiere o
pretende ocultar de los sentires y pensares populares. Es el subsuelo de la patria el que se hace
presente en sus intervenciones.
Vemos entonces la sangre que brota en la historia, en la política reciente.
Hay movimiento, denuncia, memoria. Interpelan a los peatones desprevenidos, al
oficinista de ocasión, al vendedor ambulante, etc. Montan escenas ¿teatrales?
en alguna calle. Escenas fuertes, que no pasan desapercibidas, calan hondo
en quién transita por al lugar. Ponen el cuerpo, e invitan (o empujan) a la
reflexión a la muchedumbre en su rutina diaria. Otras veces son parodias de la
naturalización de ciertos discursos que se han internalizado en los sectores medios,
influidos por la superestructura cultural de colonización pedagógica, que
también viene a formar el gusto de
los sujetos que suelen consumir las expresiones artísticas, a los que aquí no
se apunta (al menos una vez tenía que ser, ¿no?).
Se posicionan contra la estructura del marketing
político, de los “encuestólogos” que pretenden interpretar la complejidad
de la realidad social, mediante números y "cuadritos", la venta de
candidatos, como productos enlatados. Ellos han ido más allá, intentan interpretar
a los vastos sectores populares, en su sentir, en su pensar, a sectores medios
también con un discurso que los haga salir de zonzos. El arte ya no como mero
consumo privado de sectores acomodados (medios o altos), sino que se hace
público, sale a la calle. No como mercancía, sino como un instrumento más de
transformación y liberación.
Hay memoria decíamos, pero a la vez hay análisis político y proyección a
futuro. Hay proyecto, utopía, se ven en las flores que florecen (a pesar del
otoño). Retoman símbolos, los crean, los ponen en acción, los involucran en la
lucha de hoy. Retoman lo mejor del arte comprometido con las causas populares,
nos hacen evocar a Guayasamín, a Spilimbergo, a Pascual Di Bianco, a Ricardo
Carpani, al Grupo Espartaco, etc.. No hablamos de plástica aquí (aunque nos
parezca muy buena también), no es nuestro área, pero sí damos cuenta que hay un
entrelazamiento entre el arte y la militancia política (sin que aquella se
subordine a ésta).
El nombre elegido, brigada plástika,
evoca el arte colectivo en la brigada, y el movimiento en la plástika. Son los
artistas que dejaron de lado el caballete, y la soledad, para mostrar a los
sujetos que desfilan diariamente por las calles sus expresiones artísticas,
quizás a alguna señora coqueta de Barrio Norte no le guste lo que ven sus ojos,
pero seguramente muchos más se verán reflejados allí.
*Licenciado en sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA)
** Manifiesto del Grupo
Espartaco.
*** Del Manifiesto del Grupo Espartaco.
Enero 2011
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