La
soberanía nacional en la encrucijada
Por
Dionela Guidi* y Juan Godoy**
“la
riqueza de la tierra, como la del subsuelo mineral de la república, no puede
ni debe ser objeto de otras explotaciones
que las de la Nación misma”
Hipólito
Yrigoyen, 1930***
“debemos consolidar nuestra
independencia económica como base fundamental de la economía social y de la
independencia política, resguardando la heredada y sus riquezas de la voracidad
del capitalismo internacional y de los trusts sin bandera que actúan negativamente
en la vida de los pueblos empobreciéndolos y explotándolos”
Juan Domingo Perón, 1948 ****
“Por eso quiero decirles que esto es una
política de Estado: querer unirnos a todos los argentinos, cualquiera sea su
pertenencia (…) YPF es de todos (…) Y yo quiero convocar a sus trabajadores, a
todos los que están hoy en el pozo, a sus estacioneros, a todos los hombres y
mujeres que tienen responsabilidad, a que la Argentina tiene que seguir
creciendo, tiene que seguir andando, a que cada uno en su puesto de lucha ayude
a reconstruir esta gran empresa para todos los argentinos”
Cristina Fernández
de Kirchner, 2012 *****
Pretendemos a través
de las siguientes líneas, desentrañar la trama de los procesos que procuraron
llevar a cabo una política nacional,
popular, latinoamericana en relación al control de los “resortes”
económicos fundamentales, para que desde el fondo de esa historia, muchas veces
velada, recuperemos el significado e impacto de esas experiencias, a modo de apuntes
para continuar la línea de la liberación
nacional. Así abordar la cuestión de la soberanía
nacional, centrándonos en el control de los recursos petroleros, y su
reciente recuperación, pero al mismo tiempo, yendo más allá ello, tratarlo
desde una perspectiva más amplia. Procurar asimismo, dar los fundamentos, las
razones de la progresividad de las reivindicaciones y realizaciones nacionales.
Producidos, a principios de siglo XIX, nuestros procesos revolucionarios emancipatorios
con sus consiguientes proyectos populares,
de unidad de los territorios
liberados del yugo español, simbolizados de sur a norte con la gesta sanmartiniana, y de norte a sur
con la bolivariana, que iban a
terminar frustrados, pudiendo nosotros establecer como uno de los últimos
intentos de unificación de la Patria
Grande ligados a la primera gesta libertadora, el del Congreso de Panamá
(al cual la oligarquía rivadaviana no iba a enviar representantes), donde
Bolívar estableciera que “este congreso
parece destinado a formar la liga más vasta, o más extraordinaria o más fuerte
que ha aparecido hasta el día sobre la tierra” (Bolívar, (1826), 2009; 329)
Frustrados decíamos, en
tanto el ideal de unidad de Nuestra
América, de la gran Patria Grande
con que soñaron nuestros libertadores, se iba a terminar, dado el proceso de balcanización (bajo la
injerencia de Gran Bretaña y sus consiguientes aliados internos
–fundamentalmente las oligarquías portuarias-), en una veintena de países, “todos son vecinos de espaldas, hermanos
extraños, que se “desarrollan” hacia fuera. Divididos y enajenados” (Methol
Ferré, 1973; 41), unos mirando hacia el Atlántico, otros hacia el Pacífico. América
Latina aparece así como una Nación inconclusa, por lo cual Jorge Abelardo Ramos
manifiesta que “somos un país porque no
pudimos integrar una nación, y fuimos argentinos porque fracasamos en ser
americanos, aquí se encierra todo nuestro drama y la clave de la revolución que
vendrá” (Ramos, 1986; 15)
De esta forma, Argentina
(como los demás países latinoamericanos) hacia fines del siglo XIX, se
caracteriza por desenvolverse como apéndice de los centros de dominación
imperiales, de los países desarrollados, convirtiéndose en granja de Su
Graciosa Majestad Gran Bretaña. Así obtiene una independencia nominal que enmascara una dependencia real, lo cual habilita a Arturo Jauretche a sostener
que es una semi-colonia (Jauretche,
2004).
Teniendo en cuenta esta
condición Hernández Arregui va a diferenciar
los nacionalismos de los países
desarrollados, opresores, de los de
los países semi-coloniales, oprimidos. El primero es un nacionalismo
expansivo, que tiende, por sus condiciones a buscar la dominación de otros
pueblos; en cambio, el segundo, lo caracteriza como defensivo, en tanto lucha
por su autodeterminación y su liberación de las ataduras que lo oprimen y no
dejan que se desenvuelva en sus plenas potencialidades. Este nacionalismo de los denominados países
del tercer mundo, es el que lleva
adelante las reivindicaciones nacionales al mismo tiempo que las sociales, en
tanto apunta a romper con la condición
semicolonial. Este nacionalismo no debe ceñirse a la conservación de las
naciones segregadas, sino que debe tender al restablecimiento de una totalidad
más amplia, (Hernández Arregui, 2004) que rebase las fronteras nacionales, es
decir, que apunte a reconstruir la Nación Latinoamericana (esto lo retomaremos más adelante si su paciencia
lo permite).
Siguiendo con la conceptualización del autor de Peronismo y Socialismo, consideramos que
el desconocimiento de esta estructura semi-colonial, va a traer
aparejadas formas de alienación cultural, de colonización pedagógica,
apreciaciones desligadas del interés de la nación y de las necesidades
populares, negadoras del sustrato profundo de la patria.
Así la visión de esta intelligentzia
en tanto portadora y formada en las ideas de la ciudad-puerto, de un modelo
agro-exportador, ligado a la tenencia de la tierra, verá en las provincias, en
la industrialización, en los sectores obreros el fantasma que arremete contra
sus intereses que no son otros que los de las clases dominantes. La conciencia
individual no llega a comprender la realidad deformada de un país dependiente.
Es la aplicación de un esquema teórico a una realidad diferente, es la
aplicación acrítica que no tiene en cuenta las particularidades nacionales. Por
esta vía niegan al país, pero en esa negación se afirman como intelligentzia. Así Hernández Arregui
argumentará que: “el intelectual
colonizado construirá una Argentina espectral, pues él mismo es el fetiche
deshumanizado de la colonización pedagógica que lo desposee”. (Hernández
Arregui, 1973; 162)
Tomando estas apreciaciones de Hernández Arregui, haciendo un
llamado a un conocimiento situado, a un pensar
en nacional, en función del conocimiento de la nación, en función sus
intereses, que no son otros que los del pueblo. Podemos considerar el
descubrimiento del petróleo, la creación de YPF, y el papel de éste y ésta en
el desarrollo nacional.
Con respecto al primero, el
descubrimiento del petróleo ponemos en consideración que el descubrimiento fue
fruto de una Comisión formada en el año 1902, donde se puede observar la
actuación de varios hombres enfrentados
con el proyecto mitrista (aniquilamiento del interior, de la montonera, de
los blancos orientales, y del Paraguay industrialista mediante) de echar las
bases de la Argentina agroexportadora, semi-colonial, apéndice de la economía
británica, hombres como José Hernández, y su hermano Rafael, Carlos Pellegrini,
Osvaldo Magnasco, Eduardo Wilde, David Peña, Enrique Hermitte, etc. (Galasso,
2011).
Dicha comisión buscaba sustituir la principal fuente de energía,
en ese momento el carbón mineral (que cubría el 95 % de las necesidades
energéticas, y era importado de Gran Bretaña). Se buscaba petróleo y carbón, en
tanto éstos permitían abaratar costos (4 veces más baratos) y además sería
producido localmente con los consiguientes beneficios. (AA.VV., 2008). Scalabrini
Ortiz, desde un cuaderno de FORJA denominado Petróleo e Imperialismo, retoma la denuncia que realiza el diputado
Osvaldo Magnasco en 1891 donde manifiesta la política británica de sofocamiento
a la incipiente industria de petróleo en las provincias de Mendoza y Jujuy. Ni
bien llegaba a oídos de las empresas ferroviarias controladas por los ingleses
(los cuales estaban trazados, como en las colonias, en abanico al puerto, como
una tela-araña metálica que aprisiona la nación), el anuncio de una partida de
petróleo hacia Buenos Aires o cualquier otro punto, inmediatamente eran subidas
las tarifas colosalmente para tornar la actividad inviable. (Scalabrini Ortiz, 1938).
La cuestión es mantener la Nación en un primitivismo
agrario.
En relación al descubrimiento, resaltamos con los autores de Cien años de petróleo argentino (AA.VV.,
2008) que éste sería analizado,
abordado por los intereses anti-nacionales, como fruto de una “casualidad”, ridiculizándolo:
“buscaban agua y encontraron petróleo”,
lo cual es caracterizado por dichos autores como una zoncera, la “zoncera del
agua”, pero en realidad, como vimos fue fruto de la planificación del Estado. La
zoncera busca así eliminar el papel del estado en la economía, justamente en un
país semicolonial que pugna por su desarrollo y en el cual el petróleo y su
control es un elemento indispensable para el mismo.
De esta forma, desde 1907 se puede decir que, existen dos modelos
antagónicos en torno a los hidrocarburos en nuestro país: “por un lado, el anti-industrialista, agropecuario de exportación,
energética, científica y tecnológicamente dependiente; y por el otro, el
estatal, industrialista, tecnológica, energética y económicamente autónomo,
democrático y popular, entendido a su vez como apéndice fundamental de América Latina”.
(AA.VV., 2008)
En la segunda línea, más allá del nacionalismo agrario profesado,
podemos ubicar la creación por parte de Hipólito Yrigoyen de YPF en el año
1922, bajo la dirección de Enrique Mosconi, quien consideraba la importancia
de la soberanía sobre los recursos
petroleros para la independencia económica de Latinoamérica. Así, éste decía en
año 1936: “Es menester acelerar la marcha
hacia el Junín y Ayacucho económicos (…) la juventud de hoy, generación que ha
de regir mañana los destinos de Nuestramérica debe cumplir su tarea en la grande
misión que le corresponde” (Mosconi,1983;21) como así también, y sobre
todo, el proyecto de nacionalización en el segundo gobierno del “peludo”, el
cual iba a ser “trabado” en el senado (reducto de los intereses conservadores).
Acerca del proyecto el entonces presidente ya anciano, diría a
Homero Manzi, y a un grupo de jóvenes que lo visitaba, lo siguiente: “salgo de mi rancho a la edad que los
hombres se jubilan, en que solo se tiene serenidad para esperar la llegada de
la muerte, y ello lo hago por mi ley del petróleo, para salvar de garras ajenas
y propias los tesoros que Dios desparramó en esta tierra. Alguien deseoso de
sorprender… su pensamiento, le preguntó: ¿y la tierra, Doctor? Sonrió Yrigoyen
con una paternal sonrisa, y le dijo: amigo mío del subsuelo al suelo hay un
poquito así” (Ford, 1971). Este proyecto, al mismo tiempo, iba a guardar íntima
relación con el golpe pro-oligárquico del año ’30, que como se ha dicho tuvo
“olor a petróleo”.
En sintonía, podemos ubicar algunas apreciaciones en relación al
tema de los continuadores del yrigoyenismo, una vez entregadas sus banderas
bajo la conducción alvearista, a saber: FORJA. Los muchachos forjistas iban a
considerar al petróleo y a la nacionalización del mismo un eje
fundamental de restablecimiento de la soberanía económica, de ahí que los
forjistas resaltaran la nacionalización del petróleo llevada a cabo por el
presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, comparando dicha política nacional con la
entrega de la economía nacional al imperialismo británico profundizada en la década infame, sobre todo a partir del pacto Roca –Runciman, caracterizado por
FORJA como el estatuto legal del
coloniaje (véase, Scenna, 1983)
Con la reforma
constitucional de 1949, continuando la perspectiva de soberanía nacional y profundizándola, resaltamos que bajo la
primera presidencia de Perón, se logra establecer en el artículo 40 la inalienabilidad
y el dominio imprescriptible de la Nación
sobre sus recursos naturales, entre ellos los yacimientos hidrocarburíferos,
sin participación de las empresas privadas en esta actividad: “La organización de la riqueza y su
explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden
económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado, mediante
una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad,
en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por
los derechos fundamentales asegurados en esta Constitución”. De esta manera
la propiedad de los yacimientos petrolíferos dejan de ser propiedad de las
provincias, como lo establecía la ley 12.161 de 1935, para pertenecer a la
Nación en su conjunto. Scalabrini Ortiz es una de las personalidades destacadas
de consulta permanente por parte de Arturo Sampay (Galasso, 2006), el jurista y
constitucionalista mentor de esta nueva constitución.
Hay una clara interrelación
entre el coloniaje económico y el político, un mutuo apuntalamiento, dado
lo cual el restablecimiento de la soberanía
económica trae aparejada la política, el General Perón al respecto
argumenta: “Para esa recuperación del
espíritu nacional es necesaria también la conquista de la independencia
económica de nuestra patria para materializar de forma efectiva la
independencia política de la república (…) mientras ello no se logre, todo ha
de ser ficticio, porque el coloniaje económico importa al vasallaje político, y
porque el imperialismo capitalista interfiere la vida de los pueblos en su
desmedido afán de lucro”. Podemos recordar en relación a ello, a modo de
ejemplificación, que Braden, el embajador nortemericano y punto de coincidencia
entre la izquierda abstracta y la derecha más recalcitrante, cohesionador de la
oposición “democrática” al peronismo naciente, era al mismo tiempo, personero
de la Standard Oil y del negocio
minero.
Para finalizar sostenemos que el nacionalismo, como decíamos, debe ser latinoamericano, en tanto busque desbordar las fronteras
nacionales, de las “patrias chicas”, al mismo tiempo que apuntar a una industrialización, condición
insoslayable para lograr la independencia
económica, haciendo lugar a la soberanía política, que nos afirme como comunidad
autónoma, que puede tomar sus propias
decisiones, sin injerencia de factores foráneos (o de sus personeros locales),
y pueda garantizar la justicia social para el conjunto de los sectores postergados por los modelos excluyentes.
De esta forma, una línea
nacional debe tomar el control de sus recursos estratégicos para cortar
todo vínculo que la ate a las naciones dominantes, y darle impulso al desarrollo
necesario para que lo popular, pueda
desenvolverse en todas sus fuerzas, y dar lugar a la nación plena.
* Licenciada en Sociología, Universidad de
Buenos Aires (UBA)
** Licenciado en Sociología, Universidad
de Buenos Aires (UBA)
*** Yrigoyen, Hipólito. (1930). Mensaje al Gobernador de Santiago del Estero
en enero de 1930. En Volante de FORJA, 5 de mayo de 1938.
**** Perón, Juan Domingo. (1984). Discursos del General Perón a los Militares
argentinos, 1946-1951. Buenos Aires: Realidad Política.
***** Fernández, Cristina. (2012). Anunció del proyecto de ley de expropiación
de YPF: Discurso de la Presidenta de la Nación. Disponible en http://www.presidencia.gov.ar)
Bibliografía
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(2008). Cien años de petróleo argentino.
Descubrimiento, saqueo y perspectivas. Buenos Aires: Capital Intelectual.
- Bolívar, Simón. (2009). Doctrina del libertador. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
- Ford, Aníbal. (1971). Homero Manzi. Buenos Aires: CEAL.
- Galasso, Norberto. (2006) Perón. Formación, ascenso y caída.
(1893-1955). Tomo 1. Buenos Aires: Colihue.
- Galasso, Norberto. (2011). Historia Argentina. Desde los pueblos
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- Hernández Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
- Methol Ferré, Alberto. Geopolítica de la Cuenca del Plata. El Uruguay como problema.
Buenos Aires: Peña Lillo.
- Mosconi, Enrique. (1983). El petróleo
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- Perón, Juan Domingo. (1984). Discursos del General Perón a los Militares
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- Ramos, Jorge Abelardo. (1986). Revolución y contrarrevolución en la Argentina. Las masas y las lanzas.
Tomo I. Buenos Aires: Hyspamérica.
- Scalabrini Ortiz, R. y Dellepiane, L.
(1938). Petróleo e Imperialismo. El
ejemplo de México y el deber argentino. Cuadernos de Forja. Año 2 Nº4
Septiembre. Buenos Aires: Secretaría de FORJA.
- Scenna, Miguel Ángel. (1983). FORJA. Una aventura argentina (de Yrigoyen a
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