”la vieja sociedad anglófila (un
sector de la partidocracia, muchos intelectuales, los medios de prensa, la
radio, la TV, los personajes y figurones) resiste sordamente la proeza del
Atlántico Sur. al fin y al cabo, todos ellos han sido educados en el culto a
Occidente (cuyo valores se cotizan en la Bolsa de Londres, según se sabe), en
la devoción a la democracia francesa y al parlamentarismo inglés, simiescamente
adaptados a sus modas, sus trajes, libros y productos varios. Son cien años de
europeísmo, anglofilia, y francofilia”. (Jorge Abelardo Ramos)
El pensamiento colonial
enseña a pensar el mundo desde afuera, a razonar a contrapelo de la Patria. Se
interpreta los hechos con esquemas ajenos. De esta forma, las problemáticas
nacionales y sus causas aparecen veladas. Así, los argentinos no podemos
arbitrar soluciones a las mismas. Uno de los frutos más dañinos del pensamiento
colonial es la “desmalvinización”. La nota aparecida en el “nuevo” portal de
Horacio Verbitisky bajo el título “Tumba
con nombre, soldado sin flor” firmada por Alejandra Dandan puede verse como
manifestación de este esquema de pensamiento (no podemos saber si a conciencia
o no). Veamos algunos tópicos por lo puntos por lo que decimos esto.
Como punto de partida fundamental
observamos que en el artículo de la periodista especializada en Derechos
Humanos hay, al menos, un gran ausente, a saber: Inglaterra. Así, resulta evidente, aunque se omita en la
nota, que durante 36 años la tumba de Juan Antonio Blasa estuvo sin flor y sin
saber cuál era, por culpa y responsabilidad de los ingleses.
La cuestión radica en
que finalizado el conflicto de 1982 los ingleses, por decisión de ellos y sin
la participación de Argentina, levantaron todas las tumbas argentinas que se
encontraban en los campos de batalla y las llevaron a Darwin creando el
Cementerio. ¿Cuál es la gravedad de esto?
Primero la ilegalidad y no cumplir con las leyes internacionales.
Segundo, que muchas de esas tumbas habían sido cavadas por los mismos soldados
argentinos y sabían a qué compañero habían enterrado. Fueron los ingleses los
que, moviendo ilegal e impunemente las tumbas, pusieron la leyenda de “Soldado Argentino Solo conocido por Dios”.
Si los británicos no levantaban las tumbas de los campos de batallas se hubiera
sabido a quién le correspondía cada uno. Muchas de esas tumbas quedaron sin ser
localizadas cuando Londres decide esconder a los argentinos que dieron la vida
en defensa de la nación.
El cementerio de Darwin
es construido por decisión británica, rompiendo las leyes internacionales y
moviendo a los héroes argentinos sin consentimiento. Total, ellos y sus
crímenes siempre quedan impunes, nadie los juzga. Al parecer no lo hacen ni
propios, ni ajenos. Los crímenes de lesa humanidad británicos fueron muchos,
más de la mitad de los argentinos muertos fue por ese tipo de crimen.
A partir de velar el
papel de Inglaterra en la guerra, los soldados de Malvinas, héroes que fueron a
combatir, no por la dictadura genocida desde ya, sino por la soberanía nacional
no fueron asesinados por los colonialistas que viajaron miles de kilómetros,
apretaron los gatillos, tiraron bombas, cometieron crímenes de guerra, etc.
sino por la dictadura. Nos lleva a pensar en un enfrentamiento entre la
“democracia inglesa” y la dictadura argentina, en lugar de una guerra
anti-colonial como lo entendió entre otros Fidel Castro.
La adopción por parte
de los derrotados de la historia de los vencedores es un núcleo que no permite
la conformación de una conciencia nacional. En los países semi-coloniales como
la Argentina donde se hace presente la colonización pedagógica para asegurar la
dominación, nos enseñan desde pequeños a pensar/nos en términos de civilización
y barbarie, aprendemos a querer a Estados Unidos, Europa, y especialmente a
Inglaterra, al mismo tiempo que dar la espalda a la Patria Grande. El
pensamiento colonial es fundamentalmente eurocentrista. Hay compatriotas que
pareciera les cuesta decir quiénes son los culpables de nuestros muertos, les
cuesta decir que Inglaterra es la culpable. Vale recordar que en Malvinas
resuenan los tambores de un “nuevo Ayacucho”, en tanto la inmensa mayoría de
los países de Nuestra América acuden en defensa de la Argentina contra el
colonialismo británico. Muchos compatriotas, señala Jorge Abelardo Ramos,
“chocaron” con que nuestro país no era parte de Europa, que Gran Bretaña no
venía como se había enseñado largamente desinteresada y amistosamente al Cono
Sur, ese mundo que tanto se añoraba nos daba la espalda y nos enfrentaba, solo
podíamos contar con nuestros hermanos, porque en realidad somos una gran Patria
desmembrada por acción justamente del imperialismo británico.
Luego de leer el título
de la nota, nos encontramos al final de la misma con un “gusto amargo”, pues
seguimos sin saber claramente quién es el que no deja depositar hoy las flores:
¿son los británicos?, ¿es la actual gestión gubernamental pro-británica?
Otro punto que aparece
en el artículo que consideramos importante hacer referencia es cuando se
destaca la “obligación” de ir a la guerra. Nos preguntamos ¿por qué no se
destaca los miles y miles de voluntarios no solo argentinos sino
latinoamericanos?, ¿por qué no se los recuerda?. Vale mencionar a Atahualpa
Yupanqui que decía que “olvidarse también
es tener memoria”.
Seguimos adelante, Juan
Antonio Blasa cayó en Malvinas en los combates finales, Alejandra Dandan nos da
la siguiente información: “lo enterraron
primero cerca de Puerto Argentino, y después lo trasladaron al cementerio de
Darwin. Su cuerpo pasó años bajo la inscripción de la leyenda Soldado argentino
solo conocido por Dios.” Cuenta Dandan en su nota. Entonces, aquí otra
omisión importante, pues en realidad se sabía dónde había sido enterrado pero
después por capricho y rompiendo todas las leyes internacionales los británicos
decidieron tocar y cambiar la tumba.
Se “olvida” también que
los británicos violaron el Artículo 34, inciso 3º del Protocolo I Adicional a los
Convenios de Ginebra Relativo a la Protección de los Conflictos Armados
Internacionales del 8 de Junio de 1977, que establece que “la Alta Parte contratante en cuyo territorio se encuentren tales
sepulturas podrá ofrecer facilidades para la devolución de los restos al país
de origen. Si tal ofrecimiento no fuera aceptado, la Alta Parte contratante,
transcurridos cinco años desde la fecha de ofrecimiento y previa la debida
notificación al país de origen, podrá aplicar las disposiciones previstas en su
legislación en materia de cementerios y sepulturas”, agregando en el Artículo
4ª: “La Alta Parte contratante en cuyo
territorio se encuentren las sepulturas a que se refiere el presente artículo
sólo podrá exhumar los restos: … cuando la exhumación constituya una necesidad
imperiosa de interés público, incluidos los casos de necesidad sanitaria o de
investigación administrativa o judicial, en cuyo caso la Alta Parte contratante
deberá guardar en todo momento el debido respeto a los restos y comunicar al
país de origen su intención de exhumarlos, transmitiéndoles detalles sobre el
lugar en que se propone darles nueva sepultura”.
Es decir, como hacen
siempre los británicos, y en especial con la Cuestión Malvinas, hicieron lo que
quisieron. Podemos recordar a Scalabrini Ortíz, el “descubridor” del accionar
británico en el Río de la Plata, que sostiene que los británicos suelen firmar
cualquier papel porque después ellos no lo cumplen. Londres no acata la
resolución 2065 de las Naciones Unidas mucho menos iba a respetar a esos
soldados, que son el pueblo argentino, que los enfrentó en Malvinas, y también
lo hizo a lo largo de nuestra historia desde las invasiones de principios de
siglo XIX. El enfrentamiento entre nuestro país e Inglaterra viene desde los
cimientos mismos de la Patria. Nuestra historia incluso puede ser vista como
una larga lucha entre nuestro pueblo y el imperialismo británico.
Volviendo a la nota, “El informe no les dijo de qué murió. Cómo
fue la muerte. O quién lo mató. Sólo dice heridas compatibles con la
guerra.” Y agrega “los datos físicos
concuerdan con los otorgados por su familia. Piel, ni oscura ni clara. Cabello
castaño oscuro. Ojos marrones. No muy alto, de un metro setenta y pico. Pero
encontraron gran cantidad de caries. ¿Esa cantidad de caries será producto
del deterioro al que habían llegado los chicos en el último día de la guerra?,
se pregunta su hermana. ¿Cómo estaban? ¿Qué les pasó?” La
hermana de nuestro héroe de Malvinas se pregunta con razón ¿qué les pasó?
Sabemos que estuvo en el combate final por Puerto Argentino y que los
británicos atacaron con todo, el soldado Blasa tenía “heridas compatibles a la guerra”. Todo indicaría que cayó
combatiendo al invasor, quizás un compañero de Blasa pueda contar a su hermana
lo que pasó. Alejandra Dandan deja la valida pregunta de la hermana y nosotros
nos preguntamos ¿puede ser otro crimen de guerra británico? Recordemos que más
de la mitad de los caídos argentinos fue por crímenes británicos que con la
complicidad de muchos medios argentinos están ocultos.
En relación al
ocultamiento de los crímenes de guerra británicos, un veterano: Fernando
Cangiano, en un libro de reciente aparición[1]
sostiene que invisibilizar éstos es uno de los núcleos duros del discurso
desmalvinizador. Afirma allí que “al ver
ciertas películas o repsar buena parte de la literatura histórica escrita por
argentinos sobre Malvinas (…) es difícil sustraerse a la sensación de alivio
frente a la recuperación inglesa de las islas (y a la derrota argentina) (…) “los
buenos eran ellos, los ingleses” es el mensaje que deslizan (…) Jamás o muy
raramente se hará mención a los crímenes cometidos por los británicos (…) en
esa misma línea, se instaló la ida de que los padecimientos por frío y hambre
no fueron consecuencia del clima y del bloqueo naval y aéreo inglés”, crímenes como el hundimiento del Crucero General
Belgrano, los ataques al buque hospital, los fusilamientos a soldados
argentinos rendidos, etc.
El primero de estos
crímenes fue el fusilamiento del suboficial Felix Artuso, submarinista que
voluntariamente –con otros submarinistas- se ofreció a ayudar a los ingleses a
sacar del puerto de Grytviken, Georgias del Sur, al Submarino ARA “Santa Fe”,
que herido de muerte podía hundirse en
el puerto. Mientras los
prisioneros de guerra ayudaban a mover el submarino del puerto, el custodia de
Felix Artuso se asustó por los ruidos que hacía y le disparó quitándole la
vida.
Al fusilamiento del
submarinista le siguió el hundimiento del Crucero General Belgrano. El 2 de
mayo del 2012, día que se cumplían 30 años del hundimiento del Crucero, la
entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la inauguración del “Patio
Malvinas Argentinas” en la Casa Rosada dijo “Es
curioso, leía durante el último fin de semana una crónica, en uno de los
matutinos porteños, acerca de una investigación que sobre dicho hecho iniciaron
legisladores ingleses elaborando un informe. Por eso creo que sería importante
también que los argentinos - y especialmente los organismos institucionales, en
este caso la Cancillería – retome esos estudios, iniciados por ingleses para
catalogar, para clasificar esto que sin lugar a dudas el ataque al crucero,
fuera de la zona de exclusión, fue sin lugar a dudas un crimen de guerra.” Cristina Férnandez de Kircher pedía que se
retome la investigación de ese crimen que le costó la vida a 323 argentinos. El
Crucero General Belgrano fue hundido justo el día que Argentina iba a aceptar
la propuesta de paz de Perú ¿Casualidad?
En agosto de 2016, ya
con el cambio de gobierno, la Cancillería rechazó la posibilidad de avanzar en
un juicio contra Gran Bretaña, con un escrito de 110 página informó a los
familiares de los Caídos del Crucero General Belgrano que no avanzará contra
los crímenes de guerra británicos.
El pensamiento colonial
planifica y también busca la justificación del orden semi-colonial dependiente.
No hay en el artículo una distinción básica que es la del nacionalismo del país
opresor que avasalla la soberanía de otra nación y el de uno oprimido que la
defiende ante el ataque del otro. No hay entonces en las líneas de “el cohete a
la luna” lucha anti-colonialista, ¿entonces qué hay, qué queda? solo locura de
la dictadura. Así se desprecia y rebaja a quienes combatieron por nuestra
soberanía a simples títeres de los dictadores genocidas, se pasa de la lucha
por la Patria a la lucha por los genocidas. Se observa una intencionalidad de ligar la guerra
anti-colonialista como una parte más del genocidio.
Nosotros aquí pensamos
por el contrario que es necesario distinguir entre la dictadura genocida que
lleva a cabo el terrorismo de estado, crímenes de lesa humanidad que no deben
quedar impunes, sino que tienen que ser juzgados y penados con la máxima
rigurosidad, al mismo tiempo que un proyecto económico que como bien definió
Rodolfo Walsh fue de “miseria planificada” destruyendo nuestro tejido
industrial, a la clase trabajadora, aumentando nuestra condición dependiente,
etc. de una guerra por una causa justa: la soberanía nacional en nuestras islas
mancillada desde 1833. Así lo entendió el pueblo argentino que apoyó y apoya
fuertemente la causa Malvinas, y también los pueblos de Nuestra América que se
lanzaron en defensa de nuestro país contra la prepotencia extranjera. El 10 de
abril de 1982 estuvo el General Alexander Haig, hacía de mediador –hoy sabemos
que era una farsa la actuación del estadounidense-, ese día el pueblo argentino
reventó la Plaza de Mayo. Muchos desmalvinizadores, con mala intención, dicen
que el pueblo fue apoyar a Galieri, pero ocultan que se cantaban canciones como
“Atención Atención las Malvinas son del
pueblo la Rosada de Perón”. Y tantos otros canticos en contra de la
dictadura y a favor de Malvinas. A muchos le cuesta separar y entender la
reacción del pueblo como les cuesta entender el 17 de octubre de 1945.
Con el apoyo del pueblo
argentino y latinoamericano en el continente, es las islas se pelea férrea y
heroicamente por la soberanía nacional. En la noche del 27 de mayo los ingleses
comenzaron el ataque a las posiciones argentinas en “Darwin-Pradera del Ganso.”
El combate fue más duro de lo que creían los atacantes. En el libro británico La
Batalla por Las Malvinas cuentan “De
pronto al romper el día, (28 de mayo) el balance de la batalla se inclinó
bruscamente en contra de los ingleses. Estaban atrapados en terreno abierto,
con el único refugio completamente al flanco, y un enemigo preparado para el
combate al frente. Los servicios de informaciones habían comunicado
específicamente que las posiciones argentinas eran a cielo abierto. En realidad,
sus trincheras tenían sólidos tejados, y los informes sobre una guarnición
desmoralizada y desganada parecían sin fundamento. Tantas mentiras que se nos
dijeron sobre que no querían pelear, y están peleando como leones”[2]. (La
Batalla por Las Malvinas de Max Hastings y Simon Jenkins, página 264–265)
Los crímenes de guerra
británicos no terminan en los reseñados, son muchos como decíamos, el espacio y
el tiempo no nos permitiría abordar todos, pero veamos algunos más: el 1 de
Junio los prisioneros argentinos de Darwin Pradera del Ganso, son obligados por las tropas británicas que
los tenían detenidos como prisioneros de guerra, a realizar tareas prohibidas
por el convenio III de Ginebra de 1949 (Art 50 y 52). A las 15 horas los
soldados argentinos del Regimiento de Infantería 12, al mando del subteniente
Roberto Durán, comienzan con el levantamiento de munición. Si los argentinos no
colaboraban dormirían en la intemperie. Mientras los argentinos mueven las
municiones una de las cajas explota, los soldados Martín Flores y Rafael Barrios mueren instantáneamente. El soldado
José Ferraú es rematado por un británico ya que este se “prende fuego” por una
bomba NAPALM. El británico no intentó salvarlo… le disparó. “Cuando yo estuve en combate no me pasó nada.
A mi me gustaba mucho el fútbol, yo jugaba en un club en el Chaco y bueno, yo
caí prisionero y si no me pasaba nada quizás iba a seguir jugando al fútbol”,
dice Raúl Vallejos que por culpa de esa explosión perdió una pierna y es hoy
uno de los soldados que pide justicia.
Pero los abusos y
crímenes británicos no se detuvieron. El libro “Viaje al Infierno” del
suboficial británico Vincent Bramley cuenta de fusilamiento a soldados
prisioneros. También el libro "Green Eyed Boys" de Adrian Weale y
Christian Jennings que habla del combate de Monte Longdon, batalla final por
Puerto Argentino.
El 20 de mayo de 1996
el diario La Nación publicaba una nota sobre "Green Eyed Boys", que
recién se publicaba. El título de la nota “Revelan otros crímenes de guerra en
Malvinas”. Y en la misma nota del diario LA NACIÓN dice “El libro señala como responsables de atrocidades a un soldado retirado
Gary Sturge y a otro fallecido Stewart McLaughlin. Según testigos Sturge
entonces un corporal (primer rango en la suboficialidad del ejército británico)
en el tercer batallón del regimiento de paracaidistas habría fusilado a un
soldado argentino herido en la batalla de Monte Longdon” Y agrega la nota “El otro caso que ahora salió a la luz es el de McLaughlin quien aunque
demostró coraje en combate fue privado de honores póstumos por la grosera
colección de orejas que había arrancado del enemigo. McLaughlin quien murió en
un ataque de mortero tras haber luchado con una bala en la espalda durante
varias horas habría arrancado uno de sus infames "trofeos" de un
soldado todavía vivo según revelan los autores del libro”[3].
La conciencia colonial
nos introduce la idea que somos ciudadanos de segunda, la autodenigración de lo
nacional, el fortalecimiento de una conciencia del “no poder”. El relato del
colonizador se hace carne en el colonizado. Muchas veces es el colonizador
quien habla por boca del colonizado. En la nota de Dandan aparece CECIM LA
PLATA, este centro de veteranos parece que es el único para varios medios de
comunicación. ¿Por qué hablan siempre los mismos? ¿Y el resto de los centros de
veteranos que están muy alejados a los pensamientos de CECIM LA PLATA? Este Centro no representa ni al 2% de los
combatientes de Malvinas pero parece que tiene la verdad absoluta. ¿Cuándo CECIM LA PLATA invitó, en el 2006, a
comer una asado a Carol Thatcher le reclamaron por los crímenes de guerra
británicos? El del Crucero General Belgrano es responsabilidad de la mamá de
Carol.
En el artículo se
menciona la política de la Secretaría de Derechos Humanos, pero no se la
contextualiza en la política del gobierno actual con Malvinas. La política
llevada a cabo por la administración Macri está en línea, retoma y profundiza
lo peor de la política exterior desmalvinizadora de la década del noventa. Recordemos
el “Comunicado conjunto” firmado entre el gobierno argentino y el británico de
septiembre de 2016, y la política de “deshielo” con respecto al país
colonialista. En otro artículo de la misma página (“El Cohete a la luna”), que
escribe el sociólogo Ernesto López se desarrolla certeramente la política del
gobierno Cambiemos en torno a la cuestión bajo el sugestivo título “ceder a
cambio de nada”. Allí afirma que el
resultado de esta política solo “empodera
a los isleños y perjudica a la Argentina. Es como suponer que sería provechoso
para España colaborar con el desenvolvimiento de Gibraltar. El retorno de la
vieja e infructuosa tesis del acercamiento, de las buenas relaciones, de la
búsqueda de entendimiento, incluso de la seducción —en este caso, de la mano de
la ampliación del número de vuelos— va absolutamente en contra del interés
nacional de Argentina. Beneficia la dominación británica, que administra un
statu quo en sus territorios de ultramar sobre la base de una máxima que podría
definirse así: “Que nada cambie demasiado, que nada se desborde”.
Los ingleses siempre
buscaron y buscan quitar presencia en nuestro territorio, lo que incluye el
“levantamiento” del cementerio, y traer los cuerpos al continente.
“Tumba con nombre,
soldados sin flor” concluye “Blasa es una
de las personas que estaba convencida de dejar a su hermano en el suelo de
Malvinas, como la mayor parte, dice. “La
mayoría dijo lo mismo porque ellos murieron allá y dieron la vida por la Patria
pero en estas condiciones, que tenés dos horas para verlo, cuando no sabés si
vas a volver a viajar, sino podés llorar, si tenés que estar cuidándote de lo
que vas a llevar o no vas a llevar, no queda otra que pensar en la alternativa
de repatriarlo. Que no es repatriarlo porque ese es nuestro territorio. Sería,
cambiarlo de lugar.” ¿De quién es realmente la culpa de estas
restricciones? La nota no lo responde y tampoco cuenta que funcionarios
públicos viajaran con los Familiares el 26 de Mayo. Esto último es gravísimo ya
que a un funcionario público le estarán sellando el pasaporte en suelo
argentino y estará dejando un peligroso antecedente, además de reconocer la
soberanía británica. Igual que Julio Cobos en el 2014. Repudiamos el viaje de
todo funcionario o ex funcionario y lo consideramos muy grave. Un dato
importante que fue obviado. Cuando se
menciona la imposibilidad de llevar bandera, ¿por qué no se dice que es una
disposición británica?, ¿Por qué la necesidad de esconder el papel británico en
esta afrenta a nuestros héroes, familiares y a nuestro país?
Ojalá algún soldado del
Regimiento de Infanería 3 ayude a la hermana de nuestro héroe, Juan Antonio
Blasa, a responder sus consultas. Y hoy estamos seguro que a 36 años del
Conflicto Blasa tiene su tumba, esa que los ingleses decidieron mover y
enterrar como “Soldado argentino solo
conocido por Dios”. Solo del re-encuentro con la historia de nuestras islas
en el marco de las luchas de la Patria Grande por la liberación y la
unificación de la misma, desde la óptica nacional-latinoamericana, popular y
abordándola con nuestro propio criterio podremos recuperar la conciencia
nacional necesaria para reencontrarnos y recuperar el territorio más preciado
por el pueblo argentino.
.
Publicado originalmente en Revista
Zoom
*
Periodista. Conductor de Malvinas Causa Central (Megafón UNLa FM 92.1).
Integrante del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)
**
Sociólogo. Columnista de Malvinas Causa Central (Megafón UNLa FM 92.1). Docente
universitario.
[1] Nos referimos a de
Cangiano, Fernando. (2017). Malvinas:
debatir la guerra, politizar la memoria. Buenos Aires: Edic. Sociliamo
latinoamericano.
[2] Hastings, Max y Jenkins,
Simon. (1984). La Batalla por Las
Malvinas. Buenos Aires: EMECÉ, páginas
264–265.
[3] S.a. Revelan otros crímenes
de guerra en Malvinas. 20 de mayo de 1996.
Disponible en https://www.lanacion.com.ar/167670-revelan-otros-crimenes-de-guerra-en-malvinas
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