Respuestas
del campo nacional-popular a los profetas del odio
Por
Juan Godoy[1]
Tres meses más tarde
que el odio oligárquico arrojara bombas sobre la Plaza de Mayo, dejando un
tendal de casi cuatrocientos muertos, se producía (finalmente) el golpe de
estado contra la Revolución Nacional acaudillada por Juan Domingo Perón, “entonces
el cielo entero se nos vino encima. El mundo que conocíamos, el mundo
cotidiano, cambió por completo. La gente, los hechos, el trabajo, las calles,
los diarios, el aire, el sol, la vida se dio vuelta. De repente entramos en un
mundo de pesadilla en que el peronismo no existía”[1].
No obstante esta
aseveración de uno de los artífices de la Resistencia, César Marcos, el
peronismo seguiría vigente justamente por la Resistencia que emprenden los
trabajadores de la patria, y sumado a esto, un conjunto de pensadores
nacionales (que no por ello dejaban de conspirar contra los golpistas),
lanzarán profundas críticas al aparato oficial donde se sustentaba el terror, y
una Argentina semi-colonial. Esto último es lo que trataremos, brevemente con
algunos ejemplos, en estas líneas.
Atrás quedaba el “ni vencedores, ni vencidos” lanzado por Lonardi,
recordando a Justo José de Urquiza, se lanzaba una feroz represión sobre el
pueblo peronista llegando incluso el 9 de junio de 1956 a fusilar a
compatriotas, Salvador Ferla al respecto afirma que “la misma noche del 17
(de octubre de 1945), se la tiene jurada al pueblo. Esa misma noche la
oligarquía empezará a soñar con la hora de la impunidad para la venganza”.[2]
La Resistencia peronista entonces contemplaba un amplio repertorio que
incluía desde un grito fuerte en una noche fría de Buenos Aires… “¡Viva Perón,
Carajo!” como forma de enfrentar el Decreto 4161 que prohibía nombrar a Perón y
a Eva Perón entre otras cosas, el trabajo a desgano, el panfleto, el volante,
la “flor del no me olvides” como identificación, la bomba casera, el
levantamiento cívico-militar, un conjunto de publicaciones periódicas como El
Líder, El 45, El Guerrillero, Rebeldía, Lucha Obrera, La Causa, Palabra
Argentina, De Frente, El soberano, Mayoría, etc. [3]
hasta libros que denunciaban la represión, la entrega de la economía nacional
(destruyendo la obra de los diez años de peronismo), y el accionar de una
superestructura cultural de colonización pedagógica donde se asentaba la
represión, y el coloniaje económico. En algunos ejemplos que sostenemos se
articular entre sí, avanzaremos en nuestro escrito.
El primero de esos trabajos en realidad es producido un año antes del
golpe de estado, pero como se encuentra en la misma lógica de análisis, y
“dialoga” con los otros que pondremos en consideración, consideramos pertinente
su inclusión aquí. Ese escrito es “Crisis y resurrección de la Literatura
Argentina”, cuya autoría le pertenece al “colorado” Jorge Abelardo Ramos. En
ese libro, luego re-editado por Coyoacán a principios de los 60’s, Ramos conceptualiza
la noción (central para el pensamiento nacional) de semi-colonia. ¿A qué se
refiere Ramos con este concepto? Veamos… Sostiene el autor: “en la medida
que la “colonización pedagógica no se ha realizado (…), solo predomina en la
colonia el interés económico fundado en la garantía de las armas. Pero en las
semi-colonias, que gozan de “status” político independiente decorado por la
ficción jurídica, aquella “colonización pedagógica” se revela esencial”.[4]
Es decir, en las colonias la dominación está asegurada por las armas y la
presencia del ejército invasor, mientras que en las semi-colonias, al no
existir esta garantía (no obstante en momentos puedan utilizarse), la
continuación del dominio imperial sobre esas naciones se asegura con un aparato
cultural de “colonización pedagógica”[5].
Poco tiempo después -en 1957-, Arturo Jauretche va a editar “Los
Profetas del Odio”, al que ese mismo año le agregaría “La Yapa”. En este
escrito, basándose en estas consideraciones de Ramos, Jauretche va a
profundizar en la cuestión. Argumenta que fruto de esa superestructura cultural
de colonización pedagógica va a emergen una intelligentzia (no
inteligencia), la cual es conformada por sujetos que se autodefinen como
intelectuales, e identifican a los valores universales con la cultura,
procurando su incorporación como valores absolutos y no relativos. Es decir,
incorporan acríticamente un pensamiento realizado en otras latitudes y/o en
otros tiempos. No toman los valores universales y los incorporan en tanto las
necesidades nacionales, sino lo hacen bajo el esquema “civilización y
barbarie”, donde todo lo bueno vendría de afuera, y todo lo malo sería lo
autóctono, lo local. Esta intelligentzia así, no cumplió el papel de
conformar una cultura nacional, “de aquí que la crítica a una “cultura”
establecida sobre dichas bases, consiste en el primer paso para restituir los
valores sumergidos de la cultura colonizadora”[6].
Ese mismo año Hernández Arregui publica su primer libro[7]
que va a tener una profunda injerencia en las ideas nacionales argentinas.
Estos libros son escritos en circunstancias particulares, en la descarnada
persecución a todo lo que “olía a peronismo”, como ejemplo, mientas Arregui
termina este trabajo, lo detienen por el levantamiento de Valle y Tanco que
terminaría con los fusilamientos[8].
Allí el autor, que había hecho su ingreso al peronismo de la mano de Jauretche,
pone de relevancia el entramado de los golpistas que obturan la posibilidad de
expresarse a las mayorías populares, con la función justificadora (ya sea por
apoyo explícito, o por silencio cómplice) de la academia. Realiza una profunda
crítica a la intelligentzia argentina, y sostiene que el imperialismo,
conjuntamente con la oligarquía local se apoya en la superestructura cultural
para “reforzar
la conciencia falsa de lo propio y desarmar las fuerzas espirituales defensivas
que luchan por la liberación nacional en los países dependientes”[9].
Hay en la
visión de Hernández Arregui una relación entre los sucesos políticos-económicos
y su injerencia en los ámbitos formadores de cultura. Revaloriza allí también el papel de la cultura
nacional como resistencia a la penetración imperialista, y como manifestación
de la comunidad autónoma. La propaganda imperialista apunta sobre todo a los
sectores medios argumenta Arregui, y critica a la misma en tanto “convencida
de su independencia, justamente porque carece de ella, se cree depositaria de
los valores universales, sin comprender que detrás de ellos están los intereses
particulares de la burguesía. El pequeño burgués (…) piensa siempre en términos
absolutos (…) su minúscula situación social le hace perorar con frases de
gigante”.[10]
Al otro año Jauretche daría a conocer la continuación de “los
profetas…”, con el “Manual de zonceras argentinas”, allí afirma que esta intelligentzia
es una de las principales difusoras de las zonceras.[11]
Es una tarea de descolonización pedagógica la que pretende el autor de
“los profetas del odio”, y esa tarea se encuentra estrechamente ligada a la
enseñanza de nuestro pasado nacional. Es por este motivo, que escribe “Política
nacional y revisionismo histórico”. Allí Jauretche considera que lo que se nos
ha impuesto como la HISTORIA, en realidad es una política de la historia, es
decir un relato parcial de nuestro pasado, en el caso de la historiografía
oficial-liberal se trata de la óptica de la oligarquía porteña, así al
pretender arrojarse la noción de totalidad del relato histórico (y no decir que
es una visión parcial, ésta es falsa). Se ha falsificado nuestra historia, y
esta “falsificación ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a
través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica,
la aptitud para concebir y realizar una política nacional”.[12]
Estos falsificadores no son individuos aislados, sino un entramado que
procura mantener al país en la dependencia económica y cultural. Se trata
entonces de construir un relato que rescate la historia desde la perspectiva de
los oprimidos, para la conformación de una política nacional.
En esta lógica de trabajo que sostiene Jauretche es que, unos años
antes, como varios de los trabajos que reseñamos aquí, en 1957, Jorge Abelardo
Ramos avanza en sus planteos historiográficos con “Revolución y
Contra-revolución en la Argentina”. En este libro, Ramos analiza nuestro pasado
nacional desde una perspectiva marxista (aunque adaptada a nuestra realidad),
haciendo énfasis en el papel de las masas en la historia, ya no será pues la
historia realizada por grandes hombres, sino más bien a partir del conflicto
entre las diferentes clases sociales[13].
No es nuestra intención ser exhaustivos en la rememoración de los
libros publicados en ese periodo desde el campo nacional, sino solamente
demostrar a través de algunos ejemplos que se articulan entre sí, cómo se
enjuicia profundamente el aparato de colonización pedagógica de la oligarquía
argentina. Cómo estas publicaciones ponen su “granito de arena” a los años de la
Resistencia Peronista, y también de qué manera la lectura de éstos, y de tantos
otros como José María Rosa, Fermín Chávez, Scalabrini Ortíz, John William
Cooke, Rodolfo Puiggrós, etc. contribuyen a la nacionalización de los sectores
medios que serán, conjuntamente con los sectores trabajadores actores centrales
en los años ‘60’s y 70’s., y artífices de la vuelta de Juan Domingo Perón a
nuestra patria.
[1]
Sociólogo -UBA-, Docente UPMPM, UNAJ. Artículo presentado en las III Jornadas
de la Carrera de Historia de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
[1]
Marcos, César. La cosa fue así. En Revista Peronismo y Liberación (Dir.
Juan José Hernández Arregui). Nº1, agosto de 1974, página 23. Este escrito es
reproducido en Baschetti, Roberto. (2012). Documentos de la Resistencia
Peronista. 1955-1970. Volumen 1. Buenos Aires: ediciones De la Campana, pp.
61-66.
[2]
Ferla, Salvador. (2008). Mártires y
verdugos. La insurrección de Valle y los 27 fusilamientos. Buenos Aires:
Peña Lillo (Continente), página 23.
[3]
Para un análisis de los periódicos de los años de la Resistencia hasta el
Gobierno de Isabel Martínez, véase Baschetti, Roberto. Veinte años de
publicaciones resistentes peronistas. En Baschetti, Roberto. (2012). Documentos de la Resistencia Peronista.
1955-1970. Volumen 1. Buenos Aires: ediciones De la Campana, pp. 21-33.
Para observar los afiches, panfletos y demás manifestaciones de la Resistencia,
véase: Baschetti, Roberto. (2013). Lo que
el viento (no) se llevó. Efémeras, volantes y panfletos peronistas (1945-1983).
Buenos Aires: Pueblo Heredero.
[4]
Ramos, Jorge Abelardo. (1961). Crisis y resurrección de la Literatura
Argentina. Buenos Aires: Coyoacán, página 12.
[5]
En relación al mundo colonial,
profundizando en la cuestión, Frantz Fanon sostiene que es un mundo dividido en compartimentos, y que
la línea divisoria está marcada por ejércitos, cuarteles, policía, balas, etc.
pero los dos mundos no son excluyentes sino que se superponen, a la vez que “en las colonias la infraestructura es
igualmente superestructura”. Fanon, Frantz. (2007). Los
condenados de la tierra. México: Fondo de Cultura Económica, página 34.
[6]
Jauretche, Arturo. (2004). Los profetas del odio y la yapa. Buenos
Aires: Corregidor, página 99.
[7]
Propiamente dicho el primer libro de Hernández Arregui se tituló Siete Notas
Extrañas. Era un libro de cuentos que tuvo buena crítica, pero Arregui, como
Jauretche, Scalabrini, y otros, emprendieron el mismo camino que Homero Manzi:
dejar de ser un hombre de letras, para hacer letras para los hombres. Galasso,
Norberto. (1986). Hernández Arregui, del
peronismo al socialismo. Buenos Aires: ediciones del pensamiento nacional.
[8]
Iñíguez Piñeiro, Carlos. (2007). Hernández
Arregui, pensar el nacionalismo popular desde el marxismo. Buenos Aires:
siglo XXI (editora iberoamericana).
[9]
Hernández Arregui, Juan José. (1973a). Imperialismo
y cultura. Buenos Aires: Plus Ultra, página 15.
[10]
ibídem, página 247.
[11]
Jauretche, Arturo. (2004). Manual de
Zonceras Argentinas. Buenos Aires: Corregidor
[12]
Jauretche, Arturo. (2008). Política
nacional y revisionismo histórico. Buenos Aires: Corregidor, página 14.
[13]
Norberto Galasso afirma que Ramos en este libro cambió varias de sus posturas
publicadas en América Latina, un país (1949), a partir sobre todo, de la
crítica que le realizaran los fundadores de la izquierda nacional en nuestro
país, Frente Obrero, fundamentalmente en los Cuadernos de Indoamérica. Sostiene
Galasso acerca de Revolución y contra-revolución en la Argentina, que tuvo
también la crítica elogiosa de Hernández Arregui en “La Formación de la
Conciencia Nacional”, “corregidas las
deformaciones nacionalistas de América Latina, un país, el nuevo libro
constituye uno de los intentos más logrados de interpretación de nuestro pasado
a la luz de la lucha de clases”. Galasso, Norberto. (2007). Aportes críticos a la historia de la
izquierda Argentina. Socialismo, peronismo, e izquierda nacional. Buenos
Aires: Nuevos Tiempos, página 292.
Bibliografía
Baschetti, Roberto.
(2012). Documentos de la Resistencia
Peronista. 1955-1970. Volumen 1. Buenos Aires: ediciones De la Campana.
Baschetti, Roberto.
(2013). Lo que el viento (no) se llevó.
Efémeras, volantes y panfletos peronistas (1945-1983). Buenos Aires: Pueblo
Heredero.
Fanon, Frantz.
(2007). Los condenados de la tierra. México: Fondo de Cultura Económica.
Ferla, Salvador.
(2008). Mártires y verdugos. La
insurrección de Valle y los 27 fusilamientos. Buenos Aires: Peña Lillo
(Continente).
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(1986). Hernández Arregui, del peronismo
al socialismo. Buenos Aires: ediciones del pensamiento nacional.
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la izquierda Argentina. Socialismo, peronismo, e izquierda nacional. Buenos
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José. (1973a). Imperialismo y cultura.
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el nacionalismo popular desde el marxismo. Buenos Aires: siglo XXI (editora
iberoamericana).
Jauretche, Arturo. (2004). Los profetas del odio y la yapa. Buenos Aires: Corregidor.
Jauretche, Arturo.
(2004). Manual de Zonceras Argentinas.
Buenos Aires: Corregidor.
Jauretche, Arturo.
(2008). Política nacional y revisionismo
histórico. Buenos Aires: Corregidor.
Marcos, César. La
cosa fue así. En Revista Peronismo y Liberación (Dir. Juan José Hernández
Arregui). Nº1, agosto de 1974.
Ramos, Jorge Abelardo.
(1961). Crisis y resurrección de la Literatura Argentina. Buenos Aires:
Coyoacán.
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