“el ideal de la unión de América Latina aparece otra vez como premisa de
la lucha antiimperialista. La lucha nacional tiende a convertirse en
continental sobre la base de la unificación revolucionaria de las masas
latinoamericanas”.
(Hernández Arregui)
“El dilema es fatal. Latinoamérica hace su revolución o el Imperialismo
remachará los anillos opresores a fin de retardar la liberación mundial de los
pueblos coloniales.”
(Hernández Arregui)
Integración regional
Uno de los temas primordiales en tanto
la posibilidad de emancipación nacional es la necesidad de la integración de
los países de Nuestra América. Por eso no es casual que un pensador como Juan
José Hernández Arregui,[1]
que escribe entre otras cuestiones para fortalecer la conciencia nacional en
busca de la ruptura de la dependencia, se detenga reiteradamente en el análisis
de esta cuestión. En lo que sigue, apuntamos las ideas principales del autor de
“Imperialismo y Cultura” en torno a la unidad Iberoamericana.
Para comenzar observamos que en el
pensamiento de Hernández Arregui abriga la idea que la oligarquía nos enseñó a
“pensar con muletas”, en el sentido que ésta nos instruyó en la noción que una
vez logrado el proceso de emancipación de principios del siglo XIX, ya éramos
una nación plenamente soberana. La emancipación como un “punto de llegada”,
cuando en realidad era un “nuevo punto de partida”, pues a ese proceso
emancipatorio le correspondió la “caída” en la dominación indirecta de Gran
Bretaña. Es decir, la independencia finalmente se frustró en términos
económicos, y solo se logró en términos políticos, vale decir formales.
En un documento del año 1964 con motivo
de la presentación del grupo CONDOR[2],
donde se cuelga sobre un monumento a Bartolomé Mitre una imagen del “Quijote de
los Andes” Felipe Varela, que es escrito por Hernández Arregui se establece que
“la desunión de la América latina es
consecuencia impuesta a estos pueblos, por la unión siniestra de las grandes
metrópolis, en particular Inglaterra y Estados Unidos, empeñadas en
mantenernos, junto con nuestra división, en ficticias naciones nominales, en el
atraso material y la humillación cultural (…) La lucha frontal
anti-imperialista debe plantearse en escala nacional latinoamericana”.
(Hernández Arregui, 2004: 251)
La gran nación iberoamericana fue
frustrada por el imperialismo, es dividida en el siglo XIX y permanece así
hasta nuestros días, “ha sido repartida
en un conjunto de particularidades geográficas, de nacionalidades sin soberanía
real, ni otro fundamento que la voluntad disgregadora de los dominadores
extranjeros. Un argentino que no siente como propias las luchas de los países
hermanos sigue siendo un lacayo mental. Un colonizado”. (Hernández Arregui,
1973b: 16)
Es necesario que la formación de la conciencia nacional de cuenta de esta
problemática a partir del esclarecimiento del pasado falsificado. A partir de esa ruptura con la idea impuesta “si es verdad que queremos ser no una nación
formal, con símbolos, fanfarrias y banderas, que eso ya lo tenemos, sino una
nación real. Y eso no lo somos. Tener conciencia de lo que no somos es ya saber
lo que queremos ser. Una nación y no una colonia”. (Hernández Arregui,
2004: 67) Trabajar en el conocimiento de la historia latinoamericana y el
acercamiento de nuestros pueblos es fundamental.
La formación de la conciencia nacional es en realidad en el pensamiento de nuestro
autor la conciencia iberoamericana.[3] Lo
nacional incluye la Patria Grande. Hernández Arregui procura construir esta
conciencia iberoamericana a partir del conocimiento de las raíces que
justifican la misma. Para ello es necesaria “la
revisión del pasado (que) es el
comienzo del rescate de la conciencia histórica enferma, esto es, antinacional,
de generaciones íntegras de argentinos, inclinadas a pensar contra el país a
través de idolatrías y mitos históricos y culturales inducidos por Europa y que
han contrarrestado y contrarrestan la formación de la conciencia
iberoamericana”. (Hernández Arregui, 2004: 71) Romper con el eurocentrismo,
y al mismo tiempo con la conciencia de la “patria chica”. La falsificación de la historia al servicio
de las elites y el extranjero, y en contra de un proyecto soberano y popular.
Contra esta realidad se alza el revisionismo histórico popular y la conciencia
nacional.
En el abordaje de Arregui Centroamérica
aparece como “una llave”, la que une Sudamérica con México, por eso el
imperialismo procuró por todos los medios mantenerla dividida. La unión México-Centroamérica para dirigirse
hacia el sur es fundamental en el proceso de integración. Las Antillas aparecen
como una pieza importante en base a su posición marítima de alto valor
estratégico. Brasil constituye la “tercera pata” de la unidad (México y
Argentina las otras), en tanto “en el
corazón del continente, es en potencia, el pivote de una economía integral
latinoamericana”. (Hernández Arregui, 1973: 239) Los países del Pacífico
son la salida hacia la relación con Asia.
Resulta significativo destacar que Hernández
Arregui piensa a Iberoamérica en términos industriales. No hay soberanía
nacional sin industrialización. En tanto la ausencia de una clase social que
impulse el desarrollo, de la debilidad de la “burguesía nacional en nuestro
país, destaca el papel que puede y debe cumplir en estado nacional en materia
de agente vector del desarrollo, necesario para la soberanía, pues “sin industrialización no hay independencia
económica base de la soberanía nacional. Y sin soberanía nacional no hay
autonomía cultural. Tal tarea sólo puede cumplirla el Estado Nacional”. (Hernández
Arregui, 1973c: 292) Considera la imperiosa necesidad de avanzar en proyectos
de industrialización conjuntos. En su pensamiento no hace mella la “ayuda”
extranjera a nuestro desarrollo, no cree en el “panamericanismo”, sino que busca
la constitución de una gran Patria excluyendo a los Estados Unidos de
Norteamérica.
Piensa que Nuestra América tiene que
emanciparse de la dominación de cualquier imperialismo, y buscar soluciones propias
a sus problemáticas. La unidad viene de la mano del fortalecimiento de tener
conciencia común de los problemas. Una educación transformadora debe hacer
énfasis en las tradiciones culturales propias. Argumenta así que “el mercado común latinoamericano, con
acento totalmente inversos al que intenta imprimirle el imperialismo yanqui, es
el germen de la nacionalidad iberoamericana. No serán jamás naciones
independientes separadas de las otras. Serán en cambio una nación, si unifican
sus recursos materiales, sus medios de comunicación, sus aduanas y regímenes
arancelarios, sus ríos navegables en un vasto sistema interno de cabotaje, etc.
hasta el logro de un sistema común de intercambio un mismo ordenamiento
monetario y una producción planeada
complementada en sus diversas regiones, que con un gran mercado interno,
serán las bases de una poderosa nación, asentada sobre el potencial productivo
alimentario, mineral, la unidad de lengua e historia, la densidad demográfica y
la centralización militar”. (Hernández Arregui, 2004: 192) La conciencia de
la Patria Grande también se construye en oposición a las potencias
imperialistas y su intención de avasallamiento de nuestra soberanía.
La cita precedente consideramos es
sumamente valiosa, pues aparece claramente enunciado que la única posibilidad
de nuestros países de lograr su emancipación definitiva es en la senda de la
unidad. Al mismo tiempo que la búsqueda de la unidad con fuerte basamento en la
estructura económica, que la misma deje de estar separada según las “patrias
chicas”, que rompa con la estructura de cara a los países centrales, y avance
en la industrialización conjunta. Es necesario que muchos países “giren” hacia
dentro de nuestro continente, dejen de mirar sumisamente a las naciones más
poderosas. En fin, romper con la mirada y la acción dependiente.
Asimismo se hace presente la idea del
continentalismo, el estado-continente necesario para “jugar” de igual a igual
en la geopolítica mundial. Avanza en el planteo de herramientas proyectuales,
en tanto unificación de los medios de comunicación, del transporte, la moneda,
etc. y la planificación de la economía. Asimismo piensa el autor de ¿Qué es el
ser nacional? que es necesario hacerse de los recursos naturales, y controlar
la estructura económica, sin dicho control es imposible avanzar
significativamente en la emancipación nacional.
Como decíamos anteriormente Hernández
Arregui piensa los términos de la unidad de Nuestro Continente a partir de la
industrialización conjunta de nuestras hoy “patrias chicas”. Es el camino para
dejar atrás el primitivismo agropecuario y poder discutir “de igual a igual” en
la geopolítica mundial. Así afirma que “la
lucha por la liberación nacional en las colonias se asocia siempre a la lucha
por la industrialización”. (Hernández Arregui, 2004b: 36) En este marco,
mientras las clases dependientes del dispositivo imperialista ponen obstáculos
a la unidad “para las masas hundidas en
la miseria social, su emancipación no puede consumarse sin la revocación en
escala latinoamericana de los intereses extranjeros”. (Hernández Arregui,
1973: 249)
* Lic. en Sociología
(UBA). Prof. Sociología (UBA). Mg. Metodología de la investigación (UNLa).
Docente universitario (UNLa, UNAJ, IUNMA).
Bibliografía
Casalla,
Mario. (2011). América Latina en
perspectiva. Dramas del pasado, huellas del presente. Buenos Aires: Ciccus
– Inst. Juan Perón.
Galasso,
Norberto. (1986). J.J. Hernández Arregui:
del peronismo al socialismo. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento
Nacional.
Hernández
Arregui, Juan José. (1962). Prólogo a Carpani, Ricardo. (2011). La política en el arte. Buenos Aires:
Peña Lillo (Continente)
Hernández
Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué es el
ser nacional?. Buenos Aires: Plus Ultra
Hernández
Arregui, Juan José. (1973c). Imperialismo
y cultura. Buenos Aires: Plus Ultra
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de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente)
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Arregui, Juan José. (1973b). Peronismo y
liberación. Buenos Aires: Plus Ultra
Piñeiro
Iñíguez, Carlos. (2007). Hernández
Arregui. Intelectual peronista. Pensar el nacionalismo popular desde el
marxismo. Buenos Aires: Siglo XXI (editora Iberoamericana).
Recalde,
Aritz. Integración regional de
Iberoamérica. Cuadernos Nº 16 CEHA. Septiembre 2014.
[1] Juan José Hernández Arregui (1912-1974). Comienza su actividad política
en Córdoba, en el radicalismo sabattinista. Con el advenimiento del peronismo
se suma a este “nuevo” movimiento nacional. Participa de la Resistencia
Peronista, y en la década del 60 funda el grupo CONDOR. Doctor en filosofía por
la Universidad Nacional de Córdoba, bajo la dirección de Rodolfo Mondolfo.
Dicta clases, entre otras, en la Universidad Nacional de La Plata y la
Universidad de Buenos Aires. (Galasso. 1986. Piñeiro Iñíguez, 2007)
[2] En el Grupo CÓNDOR (Centros Organizados Nacionales de Orientación
Revolucionaria), participan entre otros: Ricardo Carpani, Rodolfo Ortega Peña,
Alberto Belloni, Rubén Bortnik y Eduardo Luis Duhalde.
[3] Entre los nombres con los cuáles se nombra a nuestro continente
(América Latina, Hispanoamérica, Panamérica, Indoamérica, Abya Yala, etc.)
utilizamos aquí Iberoamérica que es el que utiliza Hernández Arregui en su
obra. Más específicamente Arregui se decide a usar los términos América
Hispánica o Hispanoamérica, y cuando incluye al Brasil: América Ibérica o
Iberoamérica. Asimismo “se reivindica aquí a las poblaciones nativas, infamadas
por esa misma oligarquía”. (Hernández Arregui, 1973: 23). Incluso considera que
el término más preciso sería indoiberia, pero que lleva muchas explicaciones.
Así afirma que el Continente Iberoamericano reúne las condiciones de una nación
integral. Considera la necesidad del fortalecimiento de la conciencia histórica
iberoamericana. Por eso también sostiene que “nuestra Cultura, es de raíz
hispánica, pero la construcción de nuestro destino es americana”. (Hernández
Arregui, 1973c: 294) Aunque a veces utilice el término América Latina, tiene la
idea que dicho término es creado por los anglosajones para romper con nuestras
raíces históricas. Para los debates en torno la forma de nombrar al continente
véase: Recalde, Aritz. Integración regional de Iberoamérica. Cuadernos Nº 16
CEHA. Septiembre 2014. Asimismo, para el origen del nombre Americanos en
vinculación al florentino Américo Vespucio, véase Casalla, 2011: 33-38, y para
rastrear los “diferentes nombres”, su origen y debates, también se puede
consultar la misma obra, páginas 400-417.
gracias Juan, es excelente y nos servirá para la cursada
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