“el fin de la
universidad es formar intelectuales que hablen en español y piensen en inglés”.
(Juan José Hernández Arregui)
“sólo la abolición
revolucionaria del colonialismo devolverá a la Universidad no su autonomía sino
su misión nacional”.
(Juan José Hernández
Arregui)
La universidad en nuestro país ha
sido, y en gran medida sigue siendo, esquiva al estudio del pensamiento
nacional y latinoamericano[1].
La relación de la misma con el pensamiento nacional es mayormente de
silenciamiento, y en menor medida de crítica. Cabe resaltar que hoy algunas de
las universidades nacidas en los últimos años se muestran más permeables al
ingreso de ese canon de pensadores. Alejándonos de esta lógica, fuertemente
penetrada por la autodenigración de lo propio, pretendemos aquí abordar las
ideas de un pensador nacional, Juan José Hernández Arregui[2],
justamente en torno a la universidad.
Nuestro autor aborda críticamente a la
academia en nuestro país. Considera a la misma como parte fundamental de los
mecanismos de colonización pedagógica
tanto hacia dentro, como fundamentalmente hacia fuera. Tres funciones al menos
se destacan en la enseñanza superior: la resolución de los problemas de la
clase alta y media-alta en tanto funciona como mecanismo de legitimación de las
elites dirigentes. Al mismo tiempo actúa como “correa de transmisión” de los
valores de la oligarquía al resto de la sociedad. Por último, y ligado a las
dos anteriores, refuerza los lazos de la dependencia.
La oligarquía, luego de Caseros y Pavón
ha logrado insuflar a la cultura con sus valores, y a través de los órganos
culturales diseminarlos por toda la sociedad. Así “la historia de nuestra universidad es por eso, la historia de nuestra
oligarquía”. (Hernández Arregui, 2004b: 73) Estos medios que utiliza la
oligarquía son difusos e indirectos, Arregui los presenta como una suerte de
poder tentacular que atraviesa todas las instituciones.
El pensamiento nacional aparece como
negado por las “elites intelectuales” universitarias. Esta intelligentizia es valorada no tanto por sus obras sino por su
postura anti-nacional. Estos sectores no siempre tienen conciencia de la
función que cumplen en la estructura del país dependiente. Esta intelectualidad colonial “construirá una Argentina espectral, pues él
mismo es el fetiche deshumanizado de la colonización pedagógica que lo
desposee”. (Hernández Arregui, 1973: 162) La colonización mental lo lleva a
no comprender el país, y construir ese otro país alejado de la realidad.
Hernández Arregui piensa que la intelligentzia se mira en el espejo europeo,
que solo puede dar una imagen deformada de lo que somos. Así, las universidades
si bien escriben en español (y a veces ni siquiera), piensan en inglés, francés
o alemán principalmente, y niegan la existencia de Iberoamérica. Decíamos que
esta intelligentzia funciona como
parte de la difusión de las ideas de la oligarquía, en ese sentido, establece que
“las capas intelectuales de la clase media,
por su posición dependiente del aparato cultural, son el
coro griego de
la alienación cultural
de las clases altas
colonizadas. Estos grupos tienen por misión crear la ideología que la
oligarquía difunde como creación espiritual libre”. (Hernández Arregui,
1973: 155)
Esta educación, al fin y al cabo impartida
por la oligarquía aparece en el pensamiento de Hernández Arregui obturando el
espíritu crítico, y al mismo tiempo el desarrollo y conocimiento de la cultura
nacional que actúa como “barrera” al avance del imperialismo, y como punto de
partida para la reconstrucción y liberación nacional[3].
La oligarquía amasó una conciencia falsa de lo que somos, y en esa tarea la
universidad cumple un rol fundamental.
Hay estrechos lazos entre la oligarquía
y la formación la intelligentzia. La
oligarquía no aparece directamente ocupando los cargos en la universidad, sino “mediante profesores que dependen de ella
por sus actividades profesionales –abogados de empresas extranjeras, médicos- o
como colaboradores de sus salas de conferencias distribuidoras de una fama
dirigida”. (Hernández Arregui, 2004b: 53) Esta intelligentzia toca todos los temas menos el central que es la
cuestión nacional. En este sentido por ejemplo, se nos enseña a los argentinos
que somos incapaces de fundar industria nacional.
De esta forma, la universidad ha formado
por generaciones la conciencia de millares de argentinos en la incapacidad de
nuestros pueblos, casi como una “tara natural” que imposibilita el desarrollo
por nosotros mismos, lo que hace necesario adoptar modelos y formas
extranjeras. En contraposición a esta noción, Arregui entiende que la
universidad tiene que estar al servicio de la liberación nacional que viene
atada a la industrialización del país, pero resalta que “no es la ciencia la que crea la industria, sino la industria la que
promueve el adelanto científico”. (Hernández Arregui, 2004b: 76) La
industria puede desarrollarse en base a estados nacionales fuertes.
El autor de “Nacionalismo y Liberación” trata
críticamente también en varias ocasiones a la Reforma del 18 y la cuestión de
la “autonomía universitaria”. En torno a la primera, considera que se perdió en
sus mejores reivindicaciones, básicamente la necesidad de estrechar lazos entre
la universidad y las necesidades nacionales, asimismo la reincorporación de
nuestro país a la Patria Grande, y al estudio de la realidad de nuestro
continente. Destaca así que la Reforma del 18 fue posible gracias al triunfo e
impulso de Hipólito Yrigoyen, y que no logró romper con el europeísmo, “intuyó el hecho americano pero no tuvo
conciencia del hecho nacional”. (Hernández Arregui, 1973b: 149) Finalmente,
terminó no creyendo en lo nacional, y tampoco entendió a las masas populares.
En relación a la segunda, parte de la necesidad
de contextualizar dicha noción, en el marco que somos un país dependiente. La autonomía así aparece como un “mito”. Es el
liberalismo colonial el que afirma la noción de la “autonomía”, “tal autonomía no existe. La universidad es
un órgano del Estado (…) La universidad es un instrumento del poder político
vigente. El profesor universitario, por más que crea ampararse en el derecho
formal de la “libertad de cátedra” y en el fuero de la libertad de pensamiento,
no puede ir más allá de los límites asignados a la función institucionalizada
por el Estado a través de la Universidad, que es el sistema mental mismo,
aparentemente autónomo del orden social, al que el profesor le debe el
privilegio de enseñar”. (Hernández Arregui, 2004: 144)
Pensar en la universidad independiente
del Estado es una ficción. La
relación entre ambos no se puede escindir. En este sentido, un país semi-colonial como la Argentina
nunca podrá tener una universidad nacional, mientras no rompa con la
dependencia, “un país colonizado tendrá
una universidad anti-nacional”. (Hernández Arregui, 1973: 164) Romper la
dependencia, avanzar en la segunda independencia, es lo primordial.
Hernández Arregui tipifica los valores
que de la universidad que son aceptados y asimilados por los estudiantes. Entre
los mismos hace referencia a la creencia en que el título universitario
habilita el éxito individual, la idea de una suerte de “meritocracia” donde el
éxito se explica por la capacidad personal. Es una postura individualista. En
este marco aparece una pregunta fundamental en torno a la función de la
universidad. Hernández Arregui piensa en una función colectiva, ajena a las
“apetencias individuales” En la concepción del autor, el título se encuentra
ligado a los intereses de la clase dominante, solo el acercamiento a la clase
trabajadora puede hacer efectiva su aspiración personal en tanto está vinculada
a la industrialización, asimismo la formación que imparte la universidad lo
aleja de la lucha por la emancipación nacional, “el universitario está esclavizado, no emancipado como cree, por la
idolatría hacia instituciones caducas”. (Hernández Arregui, 2004b: 79)
Por eso, el pensador para ser nacional
debe romper con la idea del éxito individual, contribuir a la ruptura de la
dependencia, al desarrollo nacional y el mejoramiento de la vida de los
compatriotas. Así, el “escritor nacional
es aquel que se enfrenta con su propia circunstancia, pensando el país y no en
sí mismo (…) Todo libro nacional, en el sentido expuesto, es necesariamente
polémico”. (Hernández Arregui, 2004: 19-20) Dejar de lado los intereses
individuales, y poner en primer término los de la Patria.
El escritor nacional debe ser
interpretación y vehículo de transmisión de la cultura nacional, que no es
creada individualmente, sino que se hace en forma colectiva, y es movimiento
continuo. Romper con el “elitismo” presente en la academia, integrarse a las
luchas nacionales, es por ello que “esa
“intelligentzia” tanto de derecha como de “izquierda”, se irrita ante los
escritores genuinamente nacionales que son, en tanto hombres amasados a su
pueblo, la mala conciencia que le recuerda, como una voz interior, su deserción
de las luchas del pueblo; Mas que el escritor nacional en sí mismo, lo que le
resulta inadmisible, es que las masas argentinas representan no solo la
alpargata sino la Cultura Nacional. El liberalismo colonial les endilgo que
eran ellos, mandarines una ficticia “elite” intelectual, los depositarios de
esa cultura. Pero la cultura es colectiva, creación anónima del pueblo. No de
los intelectuales”. (Hernández Arregui, 2004: 20) No fijar entonces caminos
ajenos a la capacidad creativa de las masas populares. El conocimiento debe
partir de la realidad y no desde un esquema abstracto. El mismo debe partir
desde el seno del pueblo.
Para finalizar con este recorrido,
resaltamos que nuestro autor piensa en la necesidad de despojarse de la
enseñanza colonizada, por eso sentencia que “ya
no tenemos padres. No queremos que nos enseñen nada, porque esa enseñanza fue
siempre, en todos los casos una enseñanza contra nosotros mismos”. (Hernández
Arregui, 2004: 170) Es una posición contra la enseñanza anti-nacional, que fue
y es una enseñanza contra nosotros mismos. Avanza así en el planteo de la
necesidad imperiosa de romper con el eurocentrismo y el enciclopedismo, para pensar en nacional pues “sólo lo que se piensa con fe nacional es
pensamiento universitario verdadero. En un país colonial piensan los libros. No
el país. Y los libros son extranjeros o escritos por argentinos colonizados”.
(Hernández Arregui, 2004: 145)
*El presente artículo es
parte del Proyecto de Investigación Amilcar Herrera “Aportes teóricos del
Pensamiento Nacional a los debates acerca de la universidad, los medios de
comunicación y la integración regional". Universidad Nacional de Lanús
(UNLa). Dir. Aritz Recalde. Integrantes: Julián Dércoli, Dionela Guidi, Iciar
Recalde, Manuel Valenti.
** Lic. en Sociología
(UBA). Prof. Sociología (UBA). Mg. Metodología de la investigación (UNLa).
Docente universitario (UNLa, UNAJ, IUNMA).
[1] Hemos tratado más profundamente la relación del
pensamiento nacional con la universidad en Godoy, Juan. Pensamiento nacional
y Academia. Septiembre de 2016. Disponible en sociologiayliberacion.blogspot
[2] Juan José Hernández Arregui (1912-1974).
Comienza su actividad política en Córdoba, en el radicalismo sabattinista. Con
el advenimiento del peronismo se suma a este “nuevo” movimiento nacional.
Participa de la Resistencia Peronista, y en la década del 60 funda el grupo
CONDOR. Doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba, bajo la
dirección de Rodolfo Mondolfo. Dicta clases, entre otras, en la Universidad
Nacional de La Plata y la Universidad de Buenos Aires. (Galasso. 1986. Piñeiro
Iñíguez, 2007)
[3] Tratamos esta cuestión más profundamente en
Godoy, Juan. Hernández Arregui y la revalorización de la cultura
nacional en los procesos de liberación nacional. Agosto de 2013.
Disponible en sociologiayliberacion.blogspot
Bibliografía
Galasso,
Norberto. (1986). J.J. Hernández Arregui:
del peronismo al socialismo. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento
Nacional.
Godoy,
Juan. Pensamiento nacional y Academia.
Septiembre de 2016. Disponible en sociologiayliberacion.blogspot
Godoy,
Juan. Hernández Arregui y la
revalorización de la cultura nacional en los procesos de liberación nacional. Agosto
de 2013. Disponible en sociologiayliberacion.blogspot
Hernández
Arregui, Juan José. (1962). Prólogo a Carpani, Ricardo. (2011). La política en el arte. Buenos Aires:
Peña Lillo (Continente)
Hernández
Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué es el
ser nacional?. Buenos Aires: Plus Ultra
Hernández
Arregui, Juan José. (1973c). Imperialismo
y cultura. Buenos Aires: Plus Ultra
Hernández
Arregui, Juan José. (2004b). La formación
de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente)
Hernández
Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo
y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
Hernández
Arregui, Juan José. (1973b). Peronismo y
liberación. Buenos Aires: Plus Ultra
Piñeiro
Iñíguez, Carlos. (2007). Hernández
Arregui. Intelectual peronista. Pensar el nacionalismo popular desde el
marxismo. Buenos Aires: Siglo XXI (editora Iberoamericana).
No hay comentarios:
Publicar un comentario