“La descolonización no solo pasa
por las Malvinas. Deberá pasar por la cultura, la argentinización del Estado,
la fusión con América Latina, la eliminación de la oligarquía europeizante y la
re-educación de la alta clase media seudo-culta, no menos europeizante”. (Jorge Abelardo
Ramos)
A
mediados del Siglo XIX Domingo Faustino Sarmiento afirmó que “el mal que aqueja a la República Argentina
es la extensión: el desierto la rodea por todas partes, y se la insinúa en las
entrañas (…) al sur y al norte, acéchanla los salvajes”. A partir de esta
idea, que Jauretche un siglo más tarde dirá que constituye una zoncera (que
deriva, como todas, de la que las parió: civilización y barbarie), la
oligarquía argentina va a lanzarse a construir el “país chiquito”, de cara a
Europa, dependiente de Inglaterra, y de espaldas a la Patria Grande, y al
pueblo argentino sufriente de este esquema. Una nación que produce enormes
riquezas, que en gran parte son disfrutadas en otro país por la estructura
dependiente. La emancipación queda limitada a lo formal. En este sentido, la
oligarquía a lo largo de nuestra historia ha despreciado el territorio. No le
importó, ni le importa.
A
partir de esto se enmarca que el Gobierno “Cambiemos”, representante acérrimo
de los intereses de la oligarquía y las
potencias extranjeras, desprecie tan fuertemente la cuestión en relación a
nuestras Islas Malvinas. Y del elenco gobernante el Presidente es de quienes expresan
esta visión cabalmente, como cuando afirma: “la
verdad es que los temas de las soberanías con un país tan grande como el que
tenemos nunca los entiendo mucho (…) Es más, creo que las Islas Malvinas serían
un fuerte déficit adicional para la Argentina. Tengo entendido que al Tesoro de
Inglaterra le cuesta bastante plata por año”. Asimismo vale recordar
también que Mauricio Macri siendo todavía Jefe de de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires le cambió el nombre a la calle 2 de abril, nombre puesto en
reemplazo de Inglaterra por un puñado de Patriotas allá por el año 82,
nuevamente por Inglaterra.
Es
que, como bien indicaba el pensador Juan José Hernández Arregui la oligarquía
argentina no tiene una identidad nacional, sino que su identidad está atada a
la de las potencias imperiales. Así refuerza la conciencia de lo falso. Eso
hace que nuestra clase dominante no tenga interés nacional, sino extranjero.
Vale decir, la oligarquía argentina nació en nuestro territorio pero desearía
haberlo hecho en otro, como decía el “Padre del aula”: “yo pertenezco, señor, al número de esos millares de argentinos “que
quieren andar a la extranjera, hablar a la extranjera, vestir a la extranjera”.
El Ministro de Energía, representante local de la petrolera anglo-holandesa
que abasteció a Gran Bretaña en la última guerra es una muestra fuerte de un
gobierno que es parte de los intereses extranjeros. Por eso también es que en
nuestro país no existen dos proyectos nacionales que se disputan el gobierno en
base a ciertos matices de interpretación de la realidad local e internacional,
sino más bien lo que existe es un proyecto nacional que procura romper la
dependencia, y otro de sumisión colonial, que refuerza los lazos dependientes.
El
Presidente también muestra un fuerte desprecio por el pasado nacional. Si la
oligarquía en el siglo XIX luego de triunfar en las guerras civiles se ocupó de
falsificar el relato histórico (por lo que tuvo que emerger un revisionismo
histórico en clave popular), construyendo una identidad que era ajena a las
tradiciones populares, Macri la niega, la vacía de contenido, la banaliza. Es
la forma que encuentra de destruir la identidad de nuestro pueblo. No obstante
por más que quiera negarlo, como vemos, se inserta claramente en la tradición
de pensamiento anti-nacional de nuestra oligarquía. Es claro que un pueblo sin
una identidad nacional fuerte (solo posible a partir de un profundo
conocimiento de la propia historia), es un pueblo más fácil de avasallar y
dominar.
Cuando
la campaña presidencial y el triunfo de Mauricio Macri en la misma, los
ocupantes de las Islas manifestaron, a través del patético twitter que suelen
utilizar representando al “viejo imperio”, el apoyo a Macri instándolo a que
trabaje con ellos, y no contra ellos. El Presidente “tomó el consejo” y puso
“manos a las obra”. En la reunión que tuvo al inicio de su mandato con David
Cameron, Macri no expresó el reclamo argentino ante el Primer Ministro, y
calificó a la misma como “muy linda”. El oprimido se identifica con el opresor.
Pero lo peor en este
caso, como en todos, es cuando Macri pasa de los dichos a la acción concreta.
Así siguiendo lo recomendado por los piratas, la Argentina firmó un comunicado
conjunto (que continúa la claudicación del Gobierno de Menem y Cavallo en los
acuerdos firmados), con el Ministro del foreign
office Sir Alan Duncan, en el que la Argentina se compromete “eliminar los obstáculos que limitan el
crecimiento económico y el desarrollo de las Islas Malvinas”, en fin se
compromete a mejorar y facilitar la explotación de las riquezas de las Islas
(que pertenecen a los más de 40 millones de argentinos claro está), y la vida a
los ocupantes de esa porción de nuestro territorio, y sin obtener desde ya,
nada a cambio y renunciando al reclamo por la soberanía. Es lo diametralmente
opuesto a lo que marca una posición nacional frente a la ocupación, hacerle más
difícil la vida a los ocupantes, y al imperio inglés, incrementar los costos de
la ocupación.
Estos
últimos días la historia del “Presidente colonial” tuvo un “nuevo capítulo”
(que seguramente no será el último en materia de claudicación por parte del
Gobierno), a partir que Inglaterra comunicó que realizará esta semana
ejercicios miliares que incluyen el lanzamiento de misiles
desde nuestras Islas en una nueva provocación, y reafirmación de la violación
de nuestra soberanía. Cuando en Roma le preguntaron a Macri el respecto no pudo
contestar y remitió a su Canciller (Susana Malcorra), la respuesta: "si tiene alguna inquietud del tema
Malvinas, está la canciller acá en la embajada, así que se va a cobrar
cualquier consulta". La falta de compromiso con los intereses
nacionales una vez más.
No obstante, la
Canciller tampoco, como era de prever, defendió la soberanía, sino que
manifestó ¡“sorpresa”! por esta acción, y en una muestra de defección evidente
manifestó en una entrevista: “nosotros
estamos aún hoy viviendo las consecuencias de la Guerra de Malvinas, no nos
podemos olvidar nunca de eso. Y eso aplica a nosotros, a los argentinos, pero
también afecta al otro lado. La pena que expresé tiene que ver con el hecho de
tener que hacer estos ejercicios militares y el tener que continuar aún hoy,
después de nuestro comunicado conjunto con una serie de buenas intenciones
hacia adelante, haciendo estos ejercicios; eso muestra que del otro lado hay
aún hoy un impacto de aquella guerra”. La Canciller, que también indicó que
para el Presidente el problema es que “ocurriera
sin tener un previo aviso (…) como para que uno se prepare”. Al fin y al
cabo defiende los ejercicios militares, iguala al país opresor, ocupante y
colonizador, al país oprimido que lo único que ha hecho desde 1833 es levantar
las banderas nacionales en defensa de su soberanía. Que la funcionaria
manifieste “pena” porque los ingleses “tienen” que hacer esos ejercicios y
vuelva a defender “las buenas intenciones” del comunicado conjunto con Duncan,
es una muestra acerca de lo que venimos exponiendo: la claudicación descarada
de la oligarquía en materia de soberanía. Evidentemente el Gobierno de Mauricio
Macri representa los intereses absolutamente opuesto a la causa nacional de las
Islas Malvinas, pues su conciencia colonial es ajena a la defensa de la
soberanía nacional en todo sentido.
El
pueblo argentino lo entiende mucho mejor, por eso a lo largo de la historia
defendió el territorio nacional poniendo el cuerpo ante los intentos
colonizadores, por nombrar algunos casos, así lo hizo cuando las invasión
británica de 1806-07, en la ocupación de 1833 con el “gaucho” Rivero, en 1838
ante la intervención francesa, siete años más tarde en la Vuelta de Obligado
(ahora también contra los ingleses), o el 2 de abril de 1982 expresando su
apoyo a la recuperación de la soberanía de nuestras Islas.
Así aunque el discurso desmalvinizador
intente negarlo y reducir la cuestión a algunos vasos de whisky, (olvidando la
larga tradición de lucha de nuestro pueblo por la soberanía), muchos argentinos
(y latinoamericanos) acudieron al “llamado de la Patria” en defensa de la soberanía
contra el enemigo imperialista, y como afirmaba “Tucho” Methol Ferré: recuperando el espíritu
del camino hacia un segundo Ayacucho. Y por eso también Fidel Castro expresó a
un diario italiano cuando la guerra, luego de abrazarse con el Nicanor Costa Méndez
y ofrecer la solidaridad y ayuda a la Argentina para la batalla contra el
enemigo imperial, que la lucha por las Malvinas “ha creado un sentimiento nacionalista, un patriotismo latinoamericano
que nunca antes hemos sentido tan intensamente. Hemos sentido la causa
argentina como nuestra causa. Hemos sufrido los muertos argentinos como
propios. La victoria argentina es nuestra victoria. La derrota argentina sería
nuestra derrota".
* Originalmente publicado en AGEPEBA. Octubre 2016
* Originalmente publicado en AGEPEBA. Octubre 2016
Comenzar a "pensar en nacional" es algo que particularmente me viene haciendo ruido hace rato. Pero de ese ruido que despierta, no de ese ruido que molesta! Es necesario comenzar a pensar en nacional. Muchos de nosotros exigimos un país justo, pero no aplicamos justicia. Nos quejamos de los productos extranjeros, pero en muchos casos "es mejor consumir lo de afuera porque seguro que es mejor que lo de acá" . Para pensar en nacional hay que dar el primer paso...y eso significa pensar en SOCIEDAD!
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